TODO POR UN PENTIUM TRES
Por Carlos Ruperto Fermín
Siempre me ha gustado criticar la estupidez humana, que radica en el salvaje capitalismo y en su consumismo salvaje.
Por ejemplo ¿Sabías que todavía hay hombres y mujeres pagando condena judicial, y sobreviviendo tras las rejas de una asquerosa cárcel, porque se robaron un Nintendo 64 en 1997, un Ipod Touch en el 2008, y un envidiable VHS en 1993?
¿Te imaginas pasar la vida siendo la comidilla de la sociedad, por ser visto como un vulgar delincuente, un ladrón y un cobarde?
Muchísima gente hurtó, secuestró, y asesinó a sangre fría a un inocente ciudadano, solo para robarle su original Nokia 5120, su sofisticado Tamagotchi y su elegante LG Chocolate.
Hombres y mujeres que por presión social, por presión familiar y por presión laboral, tuvieron que renunciar a sus valores éticos y morales, para no ser tildados de pobres, débiles o aburridos.
Hombres y mujeres que por el maldito consumismo tecnológico, cayeron en el abismo del delito, y ya no están compartiendo la vida junto a nosotros. Algunos están en el cementerio del cielo, y otros están en el cementerio del infierno. Pero ambos coincidieron en un mismo error. Perdieron la vida, la libertad y los sueños, por un pedazo de maldita chatarra electrónica.
Por ejemplo ¿Sabías que todavía hay hombres y mujeres pagando condena judicial, y sobreviviendo tras las rejas de una asquerosa cárcel, porque se robaron un Nintendo 64 en 1997, un Ipod Touch en el 2008, y un envidiable VHS en 1993?
¿Te imaginas pasar la vida siendo la comidilla de la sociedad, por ser visto como un vulgar delincuente, un ladrón y un cobarde?
Muchísima gente hurtó, secuestró, y asesinó a sangre fría a un inocente ciudadano, solo para robarle su original Nokia 5120, su sofisticado Tamagotchi y su elegante LG Chocolate.
Hombres y mujeres que por presión social, por presión familiar y por presión laboral, tuvieron que renunciar a sus valores éticos y morales, para no ser tildados de pobres, débiles o aburridos.
Hombres y mujeres que por el maldito consumismo tecnológico, cayeron en el abismo del delito, y ya no están compartiendo la vida junto a nosotros. Algunos están en el cementerio del cielo, y otros están en el cementerio del infierno. Pero ambos coincidieron en un mismo error. Perdieron la vida, la libertad y los sueños, por un pedazo de maldita chatarra electrónica.
Quizás usted sienta alegría, molestia o indignación, porque la estupidez humana es capaz de atentar contra su propia existencia. Pero aunque usted no lo crea o no quiera reconocerlo, vivimos con la necesidad de poseer cosas materiales, y sobrevivimos en una Sociedad putrefacta y totalmente esclavizada al consumismo.
Por eso, el consumismo viene rindiéndole pleitesía a sus tres maravillosas máximas, que nos obligan a “comprar hasta morir”, que nos dicen con insistencia “eres lo que tienes”, y que nos amenazan con “la oferta es por tiempo limitado”.
Lamentablemente, muy pocas personas se salvan de ese maldito círculo vicioso. Sabemos que hombres y mujeres de buena fe, con principios de honestidad y con capacidad de discernimiento, se han visto tentados, confundidos y traumados por la adicción al consumo, que el despiadado bombardeo publicitario es capaz de provocar en sus cerebros.
En la calle, en la televisión, en la radio, en el periódico y en la Internet, nos disparan balazos de consumismo que se pagan con tarjetas de crédito, con dinero en efectivo o con transferencias de saldo. Nadie se salva del canibalismo corporativo. Niños, jóvenes y adultos, son presa fácil de las adictivas garras del consumismo y del capitalismo, que no se cansan de destruir el hogar de las familias, de las amistades y de los amores.
Por eso, el consumismo viene rindiéndole pleitesía a sus tres maravillosas máximas, que nos obligan a “comprar hasta morir”, que nos dicen con insistencia “eres lo que tienes”, y que nos amenazan con “la oferta es por tiempo limitado”.
Lamentablemente, muy pocas personas se salvan de ese maldito círculo vicioso. Sabemos que hombres y mujeres de buena fe, con principios de honestidad y con capacidad de discernimiento, se han visto tentados, confundidos y traumados por la adicción al consumo, que el despiadado bombardeo publicitario es capaz de provocar en sus cerebros.
En la calle, en la televisión, en la radio, en el periódico y en la Internet, nos disparan balazos de consumismo que se pagan con tarjetas de crédito, con dinero en efectivo o con transferencias de saldo. Nadie se salva del canibalismo corporativo. Niños, jóvenes y adultos, son presa fácil de las adictivas garras del consumismo y del capitalismo, que no se cansan de destruir el hogar de las familias, de las amistades y de los amores.
Es así como entramos en un mundo de ficción, lleno de ambiciones que increíblemente desvaloran una realidad, que puede distorsionarse hasta el punto de perder la conciencia, el intelecto y la percepción.
Me entristece saber que personas inocentes, se endeudan con los bancos, sufren de forzados decomisos, y pierden todo el patrimonio, debido a que no pudieron pagar los contratos, la hipoteca, o las mensualidades de sus bienes muebles e inmuebles.
Esas personas tienen virtudes y defectos como cualquiera de nosotros, pero JAMÁS merecían acabar sus vidas pidiendo limosna en las calles, durmiendo despiertos en un horrible calabozo, o asustando a la gente como fantasmas de madrugada.
El manantial de palabras que compartí con ustedes, se derramó en mis desquiciadas neuronas, luego de ver la película “Cariño, hoy no estoy de humor”. Un gran filme iraní transmitido por el canal HispanTV, que vale la pena disfrutarlo, analizarlo, y reflexionarlo en provecho de nuestra salud mental.
En la película iraní NO hay espectaculares imágenes en alta definición, no hay grandes explosiones hollywoodenses, y no hay escenas con alta dosis sexual. Pero encontraremos un concierto de críticas sociales, humor negro, dramatismo, y aleccionadoras vivencias a lo largo de la historia cinematográfica.
Tanto el desarrollo de las acciones como el extravagante desenlace, son la consecuencia de la gran obsesión que existía en la película, por la compra de un grandioso computador con procesador Pentium III.
Respóndanos con franqueza ¿Usted vive codiciando un genial Pentium III? ¿Qué sacrificio serías capaz de hacer hoy por un Pentium III? ¿Cuánta plata tienes ahorrada para comprarte el fabuloso Pentium III?
No entraré en detalles sobre el filme, porque me gustaría que usted visualice “Cariño, hoy no estoy de humor”, y saque sus propias conclusiones. Aquí le dejamos el link de acceso público:
Aquí el link:
https://www.youtube.com/watch?v=t6eJUdsVjgk
Después de ver la película, presentamos algunas interrogantes para su debate:
¿Cuántos padres en Hispanoamérica están delinquiendo igual que Hamid, para poder comprarles a sus hijos una tablet, una laptop, una videoconsola o un smartphone?
¿Será correcto que los padres les prometan a sus hijos regalos materiales, a cambio de que los muchachos tengan buenas calificaciones en el colegio?
¿Puede el capitalismo convertir el amor en traición?
¿Quién fue el más perjudicado y el más beneficiado con las decisiones de Hamid?
¿Valió la pena tocar fondo por un Pentium III?
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