TAUROMAQUIA Y SU VERSIÓN AMERICANA
Por Carlos Fermín
Registrado en Safecreative.org
Con una venda en los ojos, la Humanidad aprendió a consumir todo el entretenimiento que justificaba olvidar las voces de la guerra, saciar la sed de venganza y escuchar el latido de la impunidad social. El sentimiento de culpa quedó atrapado en las calles de Hiroshima, junto al orgullo que nunca perdonó las heridas del pasado, y nos dejó ciegos en la oscuridad del furioso presente con el que todos lidiamos. Entre espinas, rosas y aplausos, la historia de sangre se continúa escribiendo en letras tan rojas como el despiadado corazón usurpado.
En épocas de conquista, llegó el apego cultural que escapaba de la razón y obligaba a rendirle tributo a los megatones de Nagasaki. La necesidad de rehuirle a la introspección, hizo que nuestros ancestros se encadenaran a fervores, pasiones y credos, para no tener que mirar al cielo en busca de una sagrada respuesta que aleccionara el andar. Pero, la falta de un camino celestial que transitar, reveló el instinto caníbal del Hombre, quien sacó a flote todas sus carencias espirituales y crucificó la nobleza que habita en la Pachamama y su gran biodiversidad. Así fue, como las huellas de ignorancia encontraron en el maltrato animal, un rentable juego que venderle a la comunidad del siglo XXI.
Por desgracia, los Santos inocentes se siguen olvidando de los valores éticos y morales, al celebrar una fiesta patronal, oficiar una ceremonia nocturna o comprar los boletos del ecocidio. Ya sea subastando llaveros de mascotas vivas, decapitando ardillas, clavando banderillas a un toro, afeitando cuernos o estrangulando palomas; son miles los individuos quienes están dispuestos a pagar y disfrutar del martirio, que trastoca a la fauna del planeta Tierra. En la geografía de cada continente y en el quehacer de sus pueblos, se realizan atroces eventos públicos, con el respaldo de los gobiernos, de las empresas y de los inquietos espectadores que atestan sus tiempos de ocio.
En ese sentido, la práctica de la Tauromaquia es una de las aberraciones más sangrientas a escala global, que recorre el callejón sin salida vislumbrado por la Sociedad Moderna. Entre corridas y encierros, se irrespeta el derecho a la vida de los Toros, y se corrompe el alma de un Ser Vivo en agonía, por la típica cobardía española que trasciende las fronteras culturales. Quienes teorizan la muerte, como una gala artística, un deporte o una tradición que afianza el modus vivendi de la ciudadanía, son los responsables de arremeter contra los linderos de la sensatez y la cordura. El capricho de fastidiar y matar por diversión a un animal, es defendido en naciones como España, México, Portugal, Venezuela, Colombia y EEUU, representando la triste realidad que enfrentan a diario.
Precisamente, es consabida la llegada de un nuevo espectáculo taurino a territorio estadounidense. Bajo el nombre de “The Great Bull Run”, ahora el Tío Sam podrá disfrutar de la Fiesta en honor a San Fermín, sin tener que viajar hasta Pamplona, y con el distintivo toque norteño que identifica a la Casa del Diablo. Ya se han inscrito más de 5000 bastardos, quienes esperan con ansias el inicio de la pesadilla animal, para ser los principales testigos del sufrir de un Toro, que por maldito dinero es convertido en un lucrativo negocio americano. Según el sitio Web oficial, será “una experiencia inigualable”, que arranca el 24 de agosto en un circuito automovilístico ubicado en el estado de Virginia, y luego recorrerá: Atlanta, Texas, Florida, Chicago, y otras localidades por confirmar.
Los organizadores, NO reconocen al Toro como una especie viva que atraviesa por un calvario, en medio de la multitud ensordecedora que grita, corre y alucina a su alrededor. De hecho, se contradicen al afirmar que el evento respeta los derechos de la fauna silvestre, porque los Toros no serán sacrificados después del encierro. Pero, ¿Qué más tortura para un animal, que ser lanzado y humillado frente a la locura de cientos de personas? No les importa, que el Toro queda aturdido y muerto en vida. Ellos sólo desean seguir cobrando y publicitando la criminal fechoría yanqui, que demuestra la inicua sindéresis de la gente. Además, sabemos que si no termina expuesto a la bajeza de un torero, pues será descuartizado en el plato principal que ofrecen los restaurantes de Dallas. Es un problema latente, que deviene de la ausencia de valores, referentes al altruismo, la empatía y el sentido común.
Luego de participar en la irracionalidad taurina, ahora los participantes de “The Great Bull Run”, se preparan para una gran Tomatina, encarnando el derroche de la fiesta española celebrada en el municipio valenciano de Buñol. Sin duda, es una clara evidencia de la lamentable Cultura del Descarte que se padece en la actualidad, pues aunque los tomates empleados no se recomiendan para el consumo humano, es un ejemplo chocante de la desigualdad socio-cultural, del egoísmo colectivo y de la eterna indiferencia de las personas, que no se cansan de predicar la frivolidad. Sin embargo, al Tío Sam no le conviene que la gente reflexione sobre la desdicha que padecen al vivir atados a las manos del Imperio. Es preferible seguir esclavizándolos al hechizo de un cuarto de libra con queso, a un frenesí de cervezas y a la televisión basura.
Recordemos que la Transculturación, es la recepción que hace un pueblo o grupo social de formas y rasgos culturales de otra procedencia. Así como podemos recibir el arte japonés del Origami, que consiste en el plegado de papel para obtener figuras variadas. También se puede adoptar la disciplina Falun Gong, que fue introducida en China y combina los principios de la tolerancia y ejercicios basados en la filosofía moral. En el caso de “The Great Bull Run”, es insólito que muchísimos individuos transformen costumbres con un marcado acento español, en una mercancía con un acentuado color norteño. Todo por el afán de pasar unos minutos de adrenalina y desvergüenza, corriendo delante de un Toro que perdió la fe y el amor por el Mundo.
A su vez, existen otros eventos norteamericanos de crueldad animal, como el conocido Rodeo, que es un pseudo deporte extremo, influenciado por las tradiciones de los vaqueros mexicanos y canadienses. Las pruebas que incluyen la monta de Toro, el Caballo con montura, el lazo doble y sencillo, son horribles espectáculos que destruyen la salud mental de los asistentes y afloran el espíritu siniestro en contra de la vida salvaje. No es casualidad que el “Bullying”, registra sus mayores índices de violencia en EEUU, México, España y Canadá. Lo triste, es que el hostigamiento a niños y adolescentes en los colegios, es un tema tabú o desconocido por gran parte de la Sociedad. Pese a que la presencia de los jóvenes en esos eventos, es uno de los factores principales que repercuten en la práctica del Bullying, que puede llevar al suicidio a quienes son víctimas del abuso.
Lo que genera indignación, es que la mayoría de las naciones que sufren del legado taurino, están ratificando decisiones judiciales que prohíben la Tauromaquia y castigan a las empresas que fomenten la realización de esas atrocidades. No obstante, el evento “The Great Bull Run”, demuestra con fidelidad el porqué se considera al país de las barras y las estrellas, la peor fuente de antivalores con el sello de fabricación Made in USA. Es seguro que la versión americana de los encierros, será fascinante para todos sus adeptos. Los videos serán subidos y distribuidos en la Web. Las fotos llenas de peligro invadirán las redes sociales, y los organizadores seguirán visitando granjas en busca de más Toros que satisfagan el feroz apetito de los pobladores.
En épocas de conquista, llegó el apego cultural que escapaba de la razón y obligaba a rendirle tributo a los megatones de Nagasaki. La necesidad de rehuirle a la introspección, hizo que nuestros ancestros se encadenaran a fervores, pasiones y credos, para no tener que mirar al cielo en busca de una sagrada respuesta que aleccionara el andar. Pero, la falta de un camino celestial que transitar, reveló el instinto caníbal del Hombre, quien sacó a flote todas sus carencias espirituales y crucificó la nobleza que habita en la Pachamama y su gran biodiversidad. Así fue, como las huellas de ignorancia encontraron en el maltrato animal, un rentable juego que venderle a la comunidad del siglo XXI.
Por desgracia, los Santos inocentes se siguen olvidando de los valores éticos y morales, al celebrar una fiesta patronal, oficiar una ceremonia nocturna o comprar los boletos del ecocidio. Ya sea subastando llaveros de mascotas vivas, decapitando ardillas, clavando banderillas a un toro, afeitando cuernos o estrangulando palomas; son miles los individuos quienes están dispuestos a pagar y disfrutar del martirio, que trastoca a la fauna del planeta Tierra. En la geografía de cada continente y en el quehacer de sus pueblos, se realizan atroces eventos públicos, con el respaldo de los gobiernos, de las empresas y de los inquietos espectadores que atestan sus tiempos de ocio.
En ese sentido, la práctica de la Tauromaquia es una de las aberraciones más sangrientas a escala global, que recorre el callejón sin salida vislumbrado por la Sociedad Moderna. Entre corridas y encierros, se irrespeta el derecho a la vida de los Toros, y se corrompe el alma de un Ser Vivo en agonía, por la típica cobardía española que trasciende las fronteras culturales. Quienes teorizan la muerte, como una gala artística, un deporte o una tradición que afianza el modus vivendi de la ciudadanía, son los responsables de arremeter contra los linderos de la sensatez y la cordura. El capricho de fastidiar y matar por diversión a un animal, es defendido en naciones como España, México, Portugal, Venezuela, Colombia y EEUU, representando la triste realidad que enfrentan a diario.
Precisamente, es consabida la llegada de un nuevo espectáculo taurino a territorio estadounidense. Bajo el nombre de “The Great Bull Run”, ahora el Tío Sam podrá disfrutar de la Fiesta en honor a San Fermín, sin tener que viajar hasta Pamplona, y con el distintivo toque norteño que identifica a la Casa del Diablo. Ya se han inscrito más de 5000 bastardos, quienes esperan con ansias el inicio de la pesadilla animal, para ser los principales testigos del sufrir de un Toro, que por maldito dinero es convertido en un lucrativo negocio americano. Según el sitio Web oficial, será “una experiencia inigualable”, que arranca el 24 de agosto en un circuito automovilístico ubicado en el estado de Virginia, y luego recorrerá: Atlanta, Texas, Florida, Chicago, y otras localidades por confirmar.
Los organizadores, NO reconocen al Toro como una especie viva que atraviesa por un calvario, en medio de la multitud ensordecedora que grita, corre y alucina a su alrededor. De hecho, se contradicen al afirmar que el evento respeta los derechos de la fauna silvestre, porque los Toros no serán sacrificados después del encierro. Pero, ¿Qué más tortura para un animal, que ser lanzado y humillado frente a la locura de cientos de personas? No les importa, que el Toro queda aturdido y muerto en vida. Ellos sólo desean seguir cobrando y publicitando la criminal fechoría yanqui, que demuestra la inicua sindéresis de la gente. Además, sabemos que si no termina expuesto a la bajeza de un torero, pues será descuartizado en el plato principal que ofrecen los restaurantes de Dallas. Es un problema latente, que deviene de la ausencia de valores, referentes al altruismo, la empatía y el sentido común.
Luego de participar en la irracionalidad taurina, ahora los participantes de “The Great Bull Run”, se preparan para una gran Tomatina, encarnando el derroche de la fiesta española celebrada en el municipio valenciano de Buñol. Sin duda, es una clara evidencia de la lamentable Cultura del Descarte que se padece en la actualidad, pues aunque los tomates empleados no se recomiendan para el consumo humano, es un ejemplo chocante de la desigualdad socio-cultural, del egoísmo colectivo y de la eterna indiferencia de las personas, que no se cansan de predicar la frivolidad. Sin embargo, al Tío Sam no le conviene que la gente reflexione sobre la desdicha que padecen al vivir atados a las manos del Imperio. Es preferible seguir esclavizándolos al hechizo de un cuarto de libra con queso, a un frenesí de cervezas y a la televisión basura.
Recordemos que la Transculturación, es la recepción que hace un pueblo o grupo social de formas y rasgos culturales de otra procedencia. Así como podemos recibir el arte japonés del Origami, que consiste en el plegado de papel para obtener figuras variadas. También se puede adoptar la disciplina Falun Gong, que fue introducida en China y combina los principios de la tolerancia y ejercicios basados en la filosofía moral. En el caso de “The Great Bull Run”, es insólito que muchísimos individuos transformen costumbres con un marcado acento español, en una mercancía con un acentuado color norteño. Todo por el afán de pasar unos minutos de adrenalina y desvergüenza, corriendo delante de un Toro que perdió la fe y el amor por el Mundo.
A su vez, existen otros eventos norteamericanos de crueldad animal, como el conocido Rodeo, que es un pseudo deporte extremo, influenciado por las tradiciones de los vaqueros mexicanos y canadienses. Las pruebas que incluyen la monta de Toro, el Caballo con montura, el lazo doble y sencillo, son horribles espectáculos que destruyen la salud mental de los asistentes y afloran el espíritu siniestro en contra de la vida salvaje. No es casualidad que el “Bullying”, registra sus mayores índices de violencia en EEUU, México, España y Canadá. Lo triste, es que el hostigamiento a niños y adolescentes en los colegios, es un tema tabú o desconocido por gran parte de la Sociedad. Pese a que la presencia de los jóvenes en esos eventos, es uno de los factores principales que repercuten en la práctica del Bullying, que puede llevar al suicidio a quienes son víctimas del abuso.
Lo que genera indignación, es que la mayoría de las naciones que sufren del legado taurino, están ratificando decisiones judiciales que prohíben la Tauromaquia y castigan a las empresas que fomenten la realización de esas atrocidades. No obstante, el evento “The Great Bull Run”, demuestra con fidelidad el porqué se considera al país de las barras y las estrellas, la peor fuente de antivalores con el sello de fabricación Made in USA. Es seguro que la versión americana de los encierros, será fascinante para todos sus adeptos. Los videos serán subidos y distribuidos en la Web. Las fotos llenas de peligro invadirán las redes sociales, y los organizadores seguirán visitando granjas en busca de más Toros que satisfagan el feroz apetito de los pobladores.
En contraposición, viene aumentando el número de países que dicen NO a la fiesta brava. Existe una luz de esperanza, al saber que Sonora, se convirtió en el primer estado mexicano que prohibió las Corridas de Toros. En mayo del 2013, se aprobó la Ley de Protección a los Animales, que estipula la negación de permisos, licencias y autorizaciones para efectuar eventos taurinos en suelo sonorense. Mientras que en junio del 2013, el municipio vizcaíno de Sopuerta, dentro del país Vasco, abolió la realización de festejos taurinos y el arrastre de piedras con animales. Gracias a una moción aprobada por el Consistorio de Sopuerta, se impide gestionar actos que envuelvan el maltrato a la fauna. En tiempos recientes, el Parlamento de Cataluña (2010) y el municipio mexicano de Veracruz (2013), acabaron con las terribles Corridas de Toros. Aunque México y España comparten la infernal herencia del cartel taurino, deben aceptar que la glorificación de la muerte no es buena consejera en el siglo XXI.
Hay que asumir una actitud crítica al cuestionar la gran bestialidad de la Tauromaquia. El dilema va más allá de matar o no al Toro. Se trata del daño psico-social que depara para la familia y la juventud, tener que presenciar en vivo y directo esos eventos. El país centroamericano de Nicaragua, aprobó en el 2010 la Ley de Bienestar Animal, que prohíbe las corridas sangrientas al momento de celebrar ferias locales. Al toro le colocan una almohadilla que lo protege de los afilados pinchazos que recibe a traición. Nos preguntamos ¿Realmente esa es la solución para acabar con la crueldad animal? De todas formas, la gente sigue disfrutando del mismo mensaje de odio, rencor y revancha, que se trasladará a las calles en forma de delincuencia. El toro continúa siendo expuesto como un objeto de diversión, que encabeza la monumental barbarie humana, y demuestra que los intereses económicos obligan a mantener el espectáculo.
Tal aseveración, se revalida con la prohibición de las Corridas de Toros en Ecuador, tras efectuar un referendo consultivo en el año 2011, que legitimó el fin del ultraje animal. Lo triste, es que detrás de la supuesta exclusión, se dejaron preceptos tendenciosos que siguen justificando el crimen. Por ejemplo, las Corridas se admiten si respetan la vida del Toro. En el anterior párrafo explicamos el grave problema que supone aceptar ese engaño taurino. Además, las jurisdicciones que hayan apoyado masivamente la muerte del Toro, podrán mantener el clásico atropello en contra de la fauna. Vale aclarar, que el 10 de agosto del 2013, se lidió un encierro de seis toros en la plaza de “San Lorenzo”, dentro de la parroquia ecuatoriana de Tanicuchí. Se demostró que al negocio taurino no le importa el formalismo de un referendo, ni la politiquería vigente.
En paralelo, las naciones de Colombia y Venezuela, también están de acuerdo en seguir molestando y matando a sangre fría al animal. Aparte de las legendarias Corridas, la hermandad colombo-venezolana auspicia el Coleo de Toros, que es un pseudo deporte protagonizado por un coleador, quien intenta desde su caballo derribar por el suelo al Toro, jalándolo por la cola en plena carrera. Es una popular práctica vista en celebraciones religiosas y actividades campestres, que no representa el verdadero folclore de los pueblos. El evento está federado y participan personas de todas las edades (niños, adultos, mujeres, abuelos). Sabemos que el proceso revolucionario en Venezuela, es de naturaleza socialista y humanista, por lo que es vital establecer una educación ambiental en la patria de Bolívar, para que la gente aprenda a respetar la diversidad biológica y no sea cómplice del ecocidio.
Es importante resaltar, que la Tauromaquia NO es aceptada en los países sureños de Argentina, Uruguay y Chile. Desde hace varias décadas, las Corridas de Toros fueron prohibidas y olvidadas por la colectividad. La conciencia ecológica de la ciudadanía, es la clave para erradicar el maltrato animal de las rutas latinoamericanas. En paralelo, los organismos públicos, fundaciones y ONGs, deben denunciar las irregularidades conllevadas por empresas taurinas que sobornan, falsifican y violan la ley, con el fin de realizar los espectáculos de la muerte. Lo afirmamos, debido a que existen personas jurídicas, que se valen de artimañas legales para evitar que los gobiernos locales promuevan referendos y ordenanzas públicas, que prohíban definitivamente los eventos taurómacos.
No deseamos que el vicio norteño de “The Great Bull Run”, se convierta en una fiesta de interés turístico internacional o en un patrimonio cultural inmaterial, que sea financiado en Sudamérica por la complicidad del pueblo. Es posible enaltecer nuestras raíces interculturales, sin sacrificar la vida de otras especies que yacen en la Tierra. Debemos seguir en acciones de protesta pacífica, en cualquier lugar donde se irrespeten los derechos de los animales. Recuerda que matar nunca será un arte, y siempre revelará el alma envenenada de su gente.
Hay que asumir una actitud crítica al cuestionar la gran bestialidad de la Tauromaquia. El dilema va más allá de matar o no al Toro. Se trata del daño psico-social que depara para la familia y la juventud, tener que presenciar en vivo y directo esos eventos. El país centroamericano de Nicaragua, aprobó en el 2010 la Ley de Bienestar Animal, que prohíbe las corridas sangrientas al momento de celebrar ferias locales. Al toro le colocan una almohadilla que lo protege de los afilados pinchazos que recibe a traición. Nos preguntamos ¿Realmente esa es la solución para acabar con la crueldad animal? De todas formas, la gente sigue disfrutando del mismo mensaje de odio, rencor y revancha, que se trasladará a las calles en forma de delincuencia. El toro continúa siendo expuesto como un objeto de diversión, que encabeza la monumental barbarie humana, y demuestra que los intereses económicos obligan a mantener el espectáculo.
Tal aseveración, se revalida con la prohibición de las Corridas de Toros en Ecuador, tras efectuar un referendo consultivo en el año 2011, que legitimó el fin del ultraje animal. Lo triste, es que detrás de la supuesta exclusión, se dejaron preceptos tendenciosos que siguen justificando el crimen. Por ejemplo, las Corridas se admiten si respetan la vida del Toro. En el anterior párrafo explicamos el grave problema que supone aceptar ese engaño taurino. Además, las jurisdicciones que hayan apoyado masivamente la muerte del Toro, podrán mantener el clásico atropello en contra de la fauna. Vale aclarar, que el 10 de agosto del 2013, se lidió un encierro de seis toros en la plaza de “San Lorenzo”, dentro de la parroquia ecuatoriana de Tanicuchí. Se demostró que al negocio taurino no le importa el formalismo de un referendo, ni la politiquería vigente.
En paralelo, las naciones de Colombia y Venezuela, también están de acuerdo en seguir molestando y matando a sangre fría al animal. Aparte de las legendarias Corridas, la hermandad colombo-venezolana auspicia el Coleo de Toros, que es un pseudo deporte protagonizado por un coleador, quien intenta desde su caballo derribar por el suelo al Toro, jalándolo por la cola en plena carrera. Es una popular práctica vista en celebraciones religiosas y actividades campestres, que no representa el verdadero folclore de los pueblos. El evento está federado y participan personas de todas las edades (niños, adultos, mujeres, abuelos). Sabemos que el proceso revolucionario en Venezuela, es de naturaleza socialista y humanista, por lo que es vital establecer una educación ambiental en la patria de Bolívar, para que la gente aprenda a respetar la diversidad biológica y no sea cómplice del ecocidio.
Es importante resaltar, que la Tauromaquia NO es aceptada en los países sureños de Argentina, Uruguay y Chile. Desde hace varias décadas, las Corridas de Toros fueron prohibidas y olvidadas por la colectividad. La conciencia ecológica de la ciudadanía, es la clave para erradicar el maltrato animal de las rutas latinoamericanas. En paralelo, los organismos públicos, fundaciones y ONGs, deben denunciar las irregularidades conllevadas por empresas taurinas que sobornan, falsifican y violan la ley, con el fin de realizar los espectáculos de la muerte. Lo afirmamos, debido a que existen personas jurídicas, que se valen de artimañas legales para evitar que los gobiernos locales promuevan referendos y ordenanzas públicas, que prohíban definitivamente los eventos taurómacos.
No deseamos que el vicio norteño de “The Great Bull Run”, se convierta en una fiesta de interés turístico internacional o en un patrimonio cultural inmaterial, que sea financiado en Sudamérica por la complicidad del pueblo. Es posible enaltecer nuestras raíces interculturales, sin sacrificar la vida de otras especies que yacen en la Tierra. Debemos seguir en acciones de protesta pacífica, en cualquier lugar donde se irrespeten los derechos de los animales. Recuerda que matar nunca será un arte, y siempre revelará el alma envenenada de su gente.