ME LO DIJO UN PAJARITO
Por Carlos Fermín
Hola querido amigo, aquí desde las alturas todo se ve bien despejado. ¡Qué tontos son los Seres Humanos! Se pasan la vida intentando volar, soñando ser libres y ser los únicos dueños de sus destinos. Para conseguirlo, se llenan de cuentas bancarias, se apegan a las cosas materiales y se la pasan viajando por el Mundo en busca de seguir llenando las cuentas bancarias, seguir apegándose a las cosas materiales y seguir viajando por el Mundo en busca de nuevas aventuras.
¡Qué tontos son los Seres Humanos! Viven con una gran venda en los ojos, que los hace caer en el abismo de la codicia, en la esclavitud de la envidia, y en la quinta paila del infierno, de la que nunca debieron haber salido. Mueren por sentirse independientes y poderosos, pero acaban presos en las garras de sus propias mentiras.
¡Qué tontos son los Seres Humanos! Yo soy dueño de mi destino. Puedo ir y venir por aquí y por allá, disfruto picotear una jugosa fruta sin remordimiento, y realmente vivo cada día como si fuera el último gran suspiro de una épica batalla en su eterno resplandor. No debo estar pegado frente al monitor de una computadora, viendo el envejecimiento de las agujas del tiempo, ni tampoco tengo que rendirle pleitesía a jefes que revientan el alma y la razón. La vida es un instante. Una mueca bajo la lluvia. Un estado de conciencia. La soledad y los años no son buena compañía, para alzar el vuelo y olvidar el pasado.
¡Qué tontos son los Seres Humanos! Viven con una gran venda en los ojos, que los hace caer en el abismo de la codicia, en la esclavitud de la envidia, y en la quinta paila del infierno, de la que nunca debieron haber salido. Mueren por sentirse independientes y poderosos, pero acaban presos en las garras de sus propias mentiras.
¡Qué tontos son los Seres Humanos! Yo soy dueño de mi destino. Puedo ir y venir por aquí y por allá, disfruto picotear una jugosa fruta sin remordimiento, y realmente vivo cada día como si fuera el último gran suspiro de una épica batalla en su eterno resplandor. No debo estar pegado frente al monitor de una computadora, viendo el envejecimiento de las agujas del tiempo, ni tampoco tengo que rendirle pleitesía a jefes que revientan el alma y la razón. La vida es un instante. Una mueca bajo la lluvia. Un estado de conciencia. La soledad y los años no son buena compañía, para alzar el vuelo y olvidar el pasado.
¡Qué tontos son los Seres Humanos! Yo no tengo que pagar elevadas facturas por el consumo eléctrico. No pago los platos rotos con mis queridos amigos y mis entrañables familiares. No tengo que fingir respeto por quien no lo merece. Veo las olas del viento pasar en cada exiguo momento, mientras entiendo un poquito más sobre el verdadero significado de la existencia. Soy los ojos de la inocencia, de la ingenuidad y de la pureza. Tú fuiste una luz de esperanza, antes que la traicionera espada traicionara al espadachín.
¡Qué tontos son los Seres Humanos! Ahora me convirtieron en una sagrada red social, para satisfacer la miseria espiritual de los hombres y las mujeres que suicidan la filantropía en 140 caracteres. Me transformaron en una lucrativa gran mercancía de antivalores, llena de frivolidad, de egocentrismo y de venganza. Soy una máquina de ocio que envenena la cabeza con chistes, burlas y sandeces, complaciendo la mediocridad de un Mundo que se pierde en medio de crímenes, injusticias y dogmas.
¡Qué tontos son los Seres Humanos! Soy el sueño y la pesadilla de Lourdes. Por mi culpa, ahora todos quieren volar más y más alto, sin que importe la sangre, las lágrimas y las cicatrices de todas esas víctimas que se atrevieron a soñar despiertos, sin pensar en las consecuencias de sus actos. Estoy viendo caer a mis hermanos, porque la escopeta del cazador genera una tendencia que a todos les gusta seguir, comer y canonizar.
¡Qué tontos son los Seres Humanos! Ellos sólo quieren explotarme, extinguirme y enamorarme a fuego lento, para luego asarme en el carbón ardiente de aquel verdoso parque. Soy el gran anfitrión en un soleado domingo de primavera. Tuve que sufrir mucho para llegar a entonar estas agudas palabras. Tanto así, que todavía recuerdo como fueron poco a poco matando mi sonrisa, mis ilusiones y mis derechos. Dime querido amigo, ¿Quién fulminó tu alegría? Quisiera que el cordero realmente quitara el pecado del planeta Tierra, sobre todo, por todas esas angelicales voces que viven muertos en vida.
¡Qué tontos son los Seres Humanos! Ahora me convirtieron en una sagrada red social, para satisfacer la miseria espiritual de los hombres y las mujeres que suicidan la filantropía en 140 caracteres. Me transformaron en una lucrativa gran mercancía de antivalores, llena de frivolidad, de egocentrismo y de venganza. Soy una máquina de ocio que envenena la cabeza con chistes, burlas y sandeces, complaciendo la mediocridad de un Mundo que se pierde en medio de crímenes, injusticias y dogmas.
¡Qué tontos son los Seres Humanos! Soy el sueño y la pesadilla de Lourdes. Por mi culpa, ahora todos quieren volar más y más alto, sin que importe la sangre, las lágrimas y las cicatrices de todas esas víctimas que se atrevieron a soñar despiertos, sin pensar en las consecuencias de sus actos. Estoy viendo caer a mis hermanos, porque la escopeta del cazador genera una tendencia que a todos les gusta seguir, comer y canonizar.
¡Qué tontos son los Seres Humanos! Ellos sólo quieren explotarme, extinguirme y enamorarme a fuego lento, para luego asarme en el carbón ardiente de aquel verdoso parque. Soy el gran anfitrión en un soleado domingo de primavera. Tuve que sufrir mucho para llegar a entonar estas agudas palabras. Tanto así, que todavía recuerdo como fueron poco a poco matando mi sonrisa, mis ilusiones y mis derechos. Dime querido amigo, ¿Quién fulminó tu alegría? Quisiera que el cordero realmente quitara el pecado del planeta Tierra, sobre todo, por todas esas angelicales voces que viven muertos en vida.
¡Qué tontos son los Seres Humanos! Podrías volverte vegetariano y ponerte en mis zapatos, pero todo lo ves por afuera y nunca lo sientes por adentro. Cada día puedo verte desde la azotea, desde la ventana de un motel abandonado, desde la rama de un árbol santificado en el cementerio, y justo ahora que me hallo detrás de ti. Aquí estoy amigo, tan sólo voltea y mírame fijamente a los ojos. Te juro que siempre escucho y nunca destruyo ¿Cobarde o valiente? La verdad, yo no dejo que el rencor me carcoma las entrañas, ni pienso en vengarme por tu acostumbrada indecisión.
¡Qué tontos son los Seres Humanos! Yo dejo que toda la negatividad emocional de este momento, se la lleven a sus casas, a sus oficinas y a sus colegios. Prefiero que toda la podredumbre que atiborra tu existencia, sea un hueco en la mejilla de un travieso niño por nacer. Apenas siento lástima y un profundo dolor por toda la irracionalidad que se derrama en esta irracional forma de orar. Yo con volar tres lunas y un sol, me pierdo en la inmensidad del mágico Universo, que es alivio suficiente para olvidarme de la Humanidad y salvarme del inevitable juicio final...
Gracias por escucharme, espero que me sigas...
Adiós
ekologia.com.ve
[email protected]
¡Qué tontos son los Seres Humanos! Yo dejo que toda la negatividad emocional de este momento, se la lleven a sus casas, a sus oficinas y a sus colegios. Prefiero que toda la podredumbre que atiborra tu existencia, sea un hueco en la mejilla de un travieso niño por nacer. Apenas siento lástima y un profundo dolor por toda la irracionalidad que se derrama en esta irracional forma de orar. Yo con volar tres lunas y un sol, me pierdo en la inmensidad del mágico Universo, que es alivio suficiente para olvidarme de la Humanidad y salvarme del inevitable juicio final...
Gracias por escucharme, espero que me sigas...
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