MATAR NO ES UN ARTE
Por Carlos Ruperto Fermín
A veces los golpes de la vida te hacen escribir con lágrimas en los ojos, y aunque la confusión nunca te deja respirar en santa paz, es gratificante dar la cara por quienes no tienen voz ni voto. Una voz que llora a cántaros frente a los malditos bastardos, que votan a favor de las monumentales Corridas de Toros, para disfrutar a carcajadas toda la humillación, el sufrimiento y la muerte que padece un ser vivo en agonía.
Toda la miseria espiritual de la gente, se glorifica con el irrespeto a los derechos de los animales. Llueve sobre mojado con cada aplauso, que se mofa con el aguardiente de los borrachos ignorantes. Al ritmo de vallenato, gaitas y reggaetón, todos le rezan al Cristo Negro para que se embriague hasta el amanecer de la fiesta brava, que no se cansa de manchar las rosas, los cuernos y las orejas de los inocentes toros.
Soñamos con tres toros que se robaron el show, en aquella inolvidable noche taurina. Ellos cruzaron la cima del burladero, y lograron materializar la justicia divina. Un sicario para cada brillante torero. Un sicario para cada empresario taurino. Un sicario para cada uno de los hambrientos espectadores. Esa es mi única ambición en la vida. Ojalá y un sicario melancólico escuche la melancolía del toro escritor, y pueda dispararle a quemarropa a todos sus malnacidos enemigos.
Ese toro escritor tenía 5 añitos de edad, cuando su papá lo llevó a presenciar las malditas Corridas de Toros, aprovechando el primer suspiro de la década de los noventa. La invitación bañada en oro decía “Bienvenidos a la Feria Internacional de la Chinita. Disfrutarán 4 Corridas y 1 espectáculo cómico taurino”.
Toda la miseria espiritual de la gente, se glorifica con el irrespeto a los derechos de los animales. Llueve sobre mojado con cada aplauso, que se mofa con el aguardiente de los borrachos ignorantes. Al ritmo de vallenato, gaitas y reggaetón, todos le rezan al Cristo Negro para que se embriague hasta el amanecer de la fiesta brava, que no se cansa de manchar las rosas, los cuernos y las orejas de los inocentes toros.
Soñamos con tres toros que se robaron el show, en aquella inolvidable noche taurina. Ellos cruzaron la cima del burladero, y lograron materializar la justicia divina. Un sicario para cada brillante torero. Un sicario para cada empresario taurino. Un sicario para cada uno de los hambrientos espectadores. Esa es mi única ambición en la vida. Ojalá y un sicario melancólico escuche la melancolía del toro escritor, y pueda dispararle a quemarropa a todos sus malnacidos enemigos.
Ese toro escritor tenía 5 añitos de edad, cuando su papá lo llevó a presenciar las malditas Corridas de Toros, aprovechando el primer suspiro de la década de los noventa. La invitación bañada en oro decía “Bienvenidos a la Feria Internacional de la Chinita. Disfrutarán 4 Corridas y 1 espectáculo cómico taurino”.
Recuerdo que todo el Mundo hablaba estupideces en la taquilla, en las gradas y en el ruedo. Todos portaban los abanicos de mano que mostraban el sagrado cartel festivo, patrocinado por los narco-billetes de VISA y Bancomara.
¡WOW! Qué horrible fue observar en primera fila, todos los cuchillazos que recibía una y otra vez el pobre toro. Incredulidad, náuseas, engaños. Tuve que calarme el espectáculo completico, sin derecho al pataleo y sin izquierda en el horizonte.
Mis ojos jamás habían observado tanta violencia, como en aquella fatídica noche maracaibera. La gente disfrutaba con religiosidad la tortura del animal. Los enanitos se reían de la saliva roja, contaban chistes y hacían la ola con alegría. Recuerdo que los tipos se emborrachaban con una bota llena de licor, y pegaban gritos de euforia cada vez que el torero descuartizaba al toro.
De pronto, el demencial sonido de un helicóptero rompía los tímpanos de mi cabeza, mientras lanzaba miles de billeticos de un bolívar en la monumental plaza de toros, para comprar el voto falsificado de la gentuza zuliana.
Emulando el comportamiento de los animales, toda la gente empezó a pelearse para atrapar los billeticos, que caían con demagogia del cielo nocturno. Lo más triste del desastre taurino, fue ver que las familias se robaban el dinero entre todos sus miembros. El hijo le robaba los billeticos al papá, mientras su hermana intentaba atrapar más billetes del cielo, y su primo empujaba al cuñado para que se le cayeran los cobres, y así poder quitarle los billeticos que tenía en el bolsillo.
Fue una verdadera locura taurina, que demostraba la envidia pueblerina del ambicioso pueblo. Golpes, gritos, insultos. Fueron confusos minutos de una atroz histeria colectiva, que me hizo llorar de dolor en la solitaria butaca, y que me dejó emocionalmente estéril.
¡WOW! La sangre del toro, la chorrera de cervezas, el ruido del helicóptero, el dinero fácil caído del cielo, la agresividad de la gente y la muerte del toro. Nunca más comí un pedazo de carne y nunca más le pedí la bendición a mi papá, porque se me olvidó la gracia salvadora de comer carne y pedir la bendición.
Ya pasaron más de 20 años del recordado martirio existencial, y no cabe duda que la tauromaquia es una auténtica maldición para Venezuela, México, España, Ecuador, Perú, Nicaragua, Colombia, y para el resto de los países que permiten la fatalidad del sanguinario combate mortal.
Es consabido que matar NUNCA será un arte, y que las fiestas patronales de un pueblo, no deben utilizar la miel de Dios para asesinar a sangre fría.
Quizás todo sea parte del mismo infierno. Los medios de comunicación privados, la iglesia católica, las franquicias norteamericanas, las universidades peseteras, los circos con animales, los toros coleados y las balas perdidas. El monito siempre baila al son de los tauromafiosos, que pagan con narco-billetes el juego de la guerra, del belicismo y de la impunidad.
Ya no queremos protestar en las patéticas calles, ya no deseamos recoger firmas anónimas, y ya NO podemos tolerar la tauromaquia a capa y espada.
Desde nuestro cibermedio Ekologia.com.ve, hacemos un llamado de conciencia a quienes viven presos en la inconsciencia, y pedimos una luz de esperanza que despierte el amor por la vida de los animales
Antes de cometer el sicariato, te pido que reproduzcas un video reflexivo sobre la perversión de las Corridas de Toros:
http://hechoecologico.weebly.com/antitauromaquia.html
LAS MALDITAS CORRIDAS DE TOROS from noseasteo on Vimeo.