LA VIDA ES BIODEGRADABLE
Por Carlos Fermín
Tal como ocurre con la vida, la Naturaleza nos muestra el irreversible destino que todos llevamos por dentro. No importa que intentemos escapar del pasado, aferrarnos el colosal presente o suspirar por el enigmático futuro, ya que la historia se escribió desde que el Universo así lo decidió. Es la maravilla de la existencia humana en su estado más descafeinado, porque sabemos que las palabras se las lleva el viento y en ese trance, somos capaces de atentar en contra de nuestras creencias, virtudes y sentimientos. En un abrir y cerrar de ojos, somos dueños de una verdad absoluta o de una mentira relativa, de lo superfluo o de lo aguerrido, de la materia o de la sustancia, del corazón o de la mente, y entonces el gran signo de interrogación se ahoga en retrospectiva. Buscando hallar la solución a los problemas, queremos evitar buscar una razón que justifique nuestra etérea existencia, ya que el péndulo es tan corrosivo como los ojos de la muerte. Aquí nacemos y allá morimos, todos esperamos el veredicto de la mística creación divina..
Si caemos en la tentación del Diablo por revertir el rumbo de la infalible ecuación, tendremos que estar conscientes y preparados para la guerra, en la que nadie se salva del juicio final. Si nos quedamos estáticos en el montículo de la introspección, también debemos estar listos para enfrentar la tortura de la agresiva inflexión del Ser, que siempre paga los platos rotos en la venganza en contra de una inocente víctima. Todo es biodegradable. La vida, los años, los minutos y los segundos. Nada es para siempre y nunca nada es para siempre. Somos una sustancia o producto que puede descomponerse en los elementos químicos que la conforman, como el cinismo, la venganza, la hipocresía, la soberbia, el rencor y la intolerancia. La vida es violencia biodegradable que nos aisla de ver la mágica realidad que percibimos a diario. Somos moldeables, canjeables e inflamables, dependiendo al color de los billetes, a las horas de placer carnal o al voltear la mirada cuando vemos caer al enemigo. Tan sólo estar de pie es una señal de querer estar vivos, y levantar el alma para que vuele en santa paz siempre dependerá de nosotros.
¿TE ATREVES?
Si caemos en la tentación del Diablo por revertir el rumbo de la infalible ecuación, tendremos que estar conscientes y preparados para la guerra, en la que nadie se salva del juicio final. Si nos quedamos estáticos en el montículo de la introspección, también debemos estar listos para enfrentar la tortura de la agresiva inflexión del Ser, que siempre paga los platos rotos en la venganza en contra de una inocente víctima. Todo es biodegradable. La vida, los años, los minutos y los segundos. Nada es para siempre y nunca nada es para siempre. Somos una sustancia o producto que puede descomponerse en los elementos químicos que la conforman, como el cinismo, la venganza, la hipocresía, la soberbia, el rencor y la intolerancia. La vida es violencia biodegradable que nos aisla de ver la mágica realidad que percibimos a diario. Somos moldeables, canjeables e inflamables, dependiendo al color de los billetes, a las horas de placer carnal o al voltear la mirada cuando vemos caer al enemigo. Tan sólo estar de pie es una señal de querer estar vivos, y levantar el alma para que vuele en santa paz siempre dependerá de nosotros.
¿TE ATREVES?