LA REGLA DE LOS TRES ELEFANTES
(RECUERDA, PERDONA, OLVIDA)
Por Carlos Fermín
Parece que la psicología inversa no se equivoca cuando se trata de revelar la oscuridad que relata nuestras más oscuras oraciones. En el nicho de la vida, no hay refugio mientras levitas por arte de una mágica estela de confusión, que se apodera de tus pasos. Allí estaba, justo en frente de mí, convertido en la muela del juicio que no distingue el bien del mal.
Entre gritos, gemidos y alucinaciones, ves el tiempo pasar una y mil veces por el lado más obtuso de la irracionalidad. Sientes que vives una realística hipnosis que se adentra en la subjetividad del poder divino. Quisiera poder descansar un sólo día, sin tener que recordar el cúmulo de desgracias que se avecina hora tras hora, minuto tras minuto y segundo tras segundo.
Los elefantes recuerdan
No hay escape, no hay brújula, no hay llanto ni risas, porque te conviertes en el mejor espectador de tu propia locura. Ellos siempre están complacidos en otorgarte las escenas que más negatividad generan en los espectadores. Desde la punta de un lápiz quebrado hasta ver al mismísimo Diablo. Si lo enfrentas te golpea. Si lo quemas te sonroja. Si le huyes, te depreda.
Entre gritos, gemidos y alucinaciones, ves el tiempo pasar una y mil veces por el lado más obtuso de la irracionalidad. Sientes que vives una realística hipnosis que se adentra en la subjetividad del poder divino. Quisiera poder descansar un sólo día, sin tener que recordar el cúmulo de desgracias que se avecina hora tras hora, minuto tras minuto y segundo tras segundo.
Los elefantes recuerdan
No hay escape, no hay brújula, no hay llanto ni risas, porque te conviertes en el mejor espectador de tu propia locura. Ellos siempre están complacidos en otorgarte las escenas que más negatividad generan en los espectadores. Desde la punta de un lápiz quebrado hasta ver al mismísimo Diablo. Si lo enfrentas te golpea. Si lo quemas te sonroja. Si le huyes, te depreda.
Los elefantes perdonan
Nadie es perfecto. Todos nos equivocamos. El perdón se consigue siempre por dentro y nunca por fuera. Si alguien te hace daño, no debes esperar que esa persona reconozca el error y te pida disculpas, porque en caso de no llegar esa conciliación, la única persona que acumulará odio, ira y rencor serás tu mismo. Por eso, perdonar requiere de introspección y no de extrapolación.
Los elefantes olvidan
Cuando digieres el perdón, entonces podemos recordar la positivo y olvidar lo negativo. Sólo cuando nos atrevemos a encarar el problema y buscar la medicina espiritual para resolverlo, es que realmente seremos dueños y señores de nuestra mente y nuestro corazón. Somos uno. Ni dos ni tres ni diez. Fuimos, somos y seremos UNO. Por favor no lo olvides, y así podrías ejercitar la gran regla de los tres elefantes.
REGLA NÚMERO 1
SEAMOS PACÍFICOS, PERO NO PASIVOS
Es cierto que hay que mantener la calma y la cordura ante la llegada de situaciones adversas, pero tampoco debemos reprimir emociones y caer en una guerra emocional, que nos limite la percepción de la realidad que vivimos. No se trata de asumir la clásica hostilidad del orgullo, sino dejar claro que NO estamos de acuerdo con lo que alguien hizo o dijo en aquella recordada oportunidad. Lo cortés no quita lo valiente, y al final del riachuelo, el agua turbia siempre se aclara.
REGLA NÚMERO DOS
SEAMOS AGUERRIDOS, PERO NO AGRESIVOS
Defendamos nuestras creencias, valores y virtudes, pero sin trasgredir las creencias, valores y virtudes de nuestros semejantes. Siempre en pie de lucha pero nunca con bombas de sangre. Con una banderita blanca en medio de la frente, pero sin dejar de respetar el color del pensamiento ajeno. Tus derechos terminan donde empiezan los míos. Busquemos la armonía en el alboroto, la calma en la tormenta y un abrazo en la soledad.
REGLA NÚMERO DOS
SEAMOS AGUERRIDOS, PERO NO AGRESIVOS
Defendamos nuestras creencias, valores y virtudes, pero sin trasgredir las creencias, valores y virtudes de nuestros semejantes. Siempre en pie de lucha pero nunca con bombas de sangre. Con una banderita blanca en medio de la frente, pero sin dejar de respetar el color del pensamiento ajeno. Tus derechos terminan donde empiezan los míos. Busquemos la armonía en el alboroto, la calma en la tormenta y un abrazo en la soledad.
REGLA NÚMERO TRES
SEAMOS SABIOS, PERO NO SANTOS
No debemos estancarnos en un reiterativo patrón de conducta, que puede reventar de la noche a la mañana. El riesgo es parte de la gracia de la vida, porque nos proporciona manantiales de experiencias que se nutren de la multiculturalidad, que fluye a nuestro alrededor. Probar un poco de todo, sin dejar que los labios se quemen. Ser irresponsablemente responsable nos hace dudar de todo, y es allí cuando la verdad aflora dentro de nosotros mismos. Quien intenta nunca tropieza, pero si llegas a tropezar, seguro que te levantarás de las cenizas para enderezar el rumbo perdido.
Los elefantes recuerdan, perdonan y olvidan
Es tiempo de rememorar la experiencia bendita de seguir adelante, y dejar que el pasado sea el perdón del futuro por recorrer. Tengo que insistir, la vida es un pequeño instante disfrazado de toda una vida. No dejes que se convierta en una cosa amorfa, aburrida y raquítica. ¿Vivimos por vivir? Todos lo hemos pensado y vivido, pero por eso, ahora es el momento justo para recobrar conciencia y disparar el anzuelo de un nuevo comienzo.
Mover montañas depende de usted, siempre y cuando te lo propongas con una trompa de amor por una causa justa, que te acompañará hasta el sagrado día del juicio final. Sigamos a Eustakio, a Eudonio y a Eulalio
¿Te atreves?
Sí