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HOMBRE-MEDIO-SOCIEDAD
Por Carlos Fermín

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    A lo largo de nuestros trabajos periodísticos, nos gusta que la gente entienda que la Ecología va más allá de lo estrictamente "verde", que se despliega en los recursos naturales, la biodiversidad y los ecosistemas. Debemos precisar que la problemática ecológica está inmersa en el afer diario de los pueblos. Es un tema intrínseco a la colectividad y a sus habitantes. Nos duele que la tarea conservacionista, sea vista como una actividad sectaria o alejada de la realidad "real" que enfrenta la Humanidad. Es todo lo contrario, pues de las acciones positivas o destructivas de los Seres Humanos, depende el bienestar o transgresión del entorno que albergamos. Detrás de la hostilidad a flor de piel en los senderos del siglo XXI, se esconde la ignorancia de la ciudadanía en preservar el equilibrio del planeta Tierra. Por lo que vamos a definir de forma práctica y amena distintos conceptos del mundo ecológico.

    El Civismo se define como la pauta de comportamiento social que promueve la armonía, el sentido común y la cortesía entre los miembros de una colectividad. La búsqueda de convivir en paz con el prójimo, exige que la gente reconozca el patrimonio cultural, preserve los recursos naturales y respete la diversidad biológica. Si existe una brecha temporal en el seno de la ciudadanía, debido a factores políticos, económicos, electorales o comunicacionales, que afecten las normas de conducta establecidas por las personas, pues se produce una digresión social y un estado de tensa calma, que se afianza en el circo de la impunidad, la desobediencia popular y el laberinto de plomo.


 La Cultura se define como el conjunto de conocimientos que define el juicio crítico del individuo. Son las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo. El dinamismo de la Sociedad Moderna, se conecta a una realidad psicosocial que se retroalimenta en la gente. No obstante, el sentido de pertenencia depende de factores externos que escapan del arraigo cultural, como las oportunidades de trabajo, la cercanía familiar y la necesidad de ser aceptado por los demás. Si esas condiciones se mutan debido a la interculturalidad de convivir en un espacio público variable, podrían desencadenar un proceso de Transculturización, que es la recepción de formas de culturas ajenas capaces de sustituir las propias.

    A su vez, el mestizaje socio-cultural producto de la rutina laboral, académica u hogareña, obliga a que una gran cantidad de individuos sean cómplices del pacto de alienación fortuita, para no ser apartados del grupo social al que pertenecen. El problema, es que la prolongación de esa mentira, termina evocando a la Transculturización. Por eso, cuando se afirma que el medio es el mensaje, debemos considerar la implicación material que tiene ese dilema en la gente, más allá de la qualia que enfrenta cada persona dentro del proceso comunicacional.

    Es así, como se genera la Cultura de Consumo, basada en la compra irracional de cualquier producto o servicio que pase frente a los ojos publicitarios de la TV, para seguir incentivando al canibalismo corporativo, que las empresas rentabilizan en la mente de sus comensales. Tras inyectar el veneno, se promueve la Cultura del Derroche, para que las víctimas NO sientan culpa de ser esclavos de un sistema mercantilista que los alienta a superponer el interés personal por encima del beneficio colectivo. Ese perverso plan de ataque, propicia la Cultura del Descarte, que se expresa en el egoísmo de lanzar a la basura todo lo que ya no les importa, sin saber que son ellos las únicas manzanas podridas de la alacena.

    Ese conflicto sociocultural, genera una gran destrucción en nuestro planeta, no sólo en términos ambiéntales, sino en el utópico rescate de valores y saberes para la vida. Por desgracia, en Venezuela se padecen graves conflictos ecológicos, por la indiferencia de la gente en asumir sus corresponsabilidades con la paz del Ambiente. La defensa de la Pachamama y sus recursos naturales, sólo es posible si las personas se atreven a generar cambios radicales en su interacción con el ancestral trinomio: Hombre-Medio-Sociedad.

    La “Educación Ambiental” es un proceso de aprendizaje que busca despertar la conciencia social del Hombre con la Naturaleza, incentivando una metodología ecológica en la población, que promueva el respeto por los ecosistemas, la diversidad biológica y el medio biofísico circundante. Es la lucha participativa diaria por estimar las infinitas bondades de la Madre Tierra, sin distingos de raza, color o credo y así encaminar el desarrollo sostenible y sustentable de un país y la convivencia armónica en su gente. Se requiere de voluntad y activismo en las personas, los organismos públicos, privados y las ONGs, para llevar el mensaje “verde” a las comunidades, en procura de un escenario socio-ambiental que denuncie oportunamente los delitos, establezca proyectos de crecimiento endógeno, resguarde las áreas protegidas y resuelva los problemas derivados de nuestra relación con el entorno.

    La “Cultura del Reciclaje”, es la actitud proactiva de la ciudadanía y sus gobiernos, en establecer políticas ambientales para la recolección y el manejo de los desechos sólidos, con el fin de no contaminar las ciudades e instar un patrón de conducta ecológico en la colectividad. Es la práctica conservacionista que minimiza el impacto negativo del consumismo provisto por el Hombre. Recordemos que reciclar, es someter un material o producto usado, a un proceso físico-químico o mecánico que permita volver a utilizarlo. De allí, que la regla de las 3Rs, (reducir, reutilizar, reciclar), es una estrategia mancomunada para evitar la acumulación de desperdicios domésticos o industriales. Para tal fin, se emplean contenedores de basura que disponen de colores específicos para organizar los residuos orgánicos e inorgánicos (vidrio, plástico, metal, cartón, pilas de litio, aerosoles).    

    La “Eficiencia Energética” es el uso racional de la energía por parte de las personas y empresas, con el fin de evitar el abuso principalmente del consumo eléctrico. Es un criterio de responsabilidad socio-ambiental con la Naturaleza, que debe fomentarse en el modo de vida de la Sociedad Moderna, para subsanar problemas de suministro, bajar los costos de facturación y promover el uso de fuentes de energía renovable (eólica, solar, hidráulica). En paralelo, debemos reconocer que el compromiso ecológico se consolida en un modelo integral de gestión pública y se revalida a través del buen juicio del pueblo. Cuando a una persona NO le importa dejar un par de luces encendidas, creyendo que no representan un gran gasto energético, se produce un continuo proceso de anarquía ambiental, que se cuantifica cada vez que sumamos esa irracional forma de pensar en muchísimos otros hogares, oficinas y locales del país.

    Para valorar el civismo, el amor al prójimo y el respeto a los recursos de la Naturaleza, es vital replantear los aspectos socio-ambientales de la vida diaria. Al reforestar áreas verdes, se recupera un hábitat de vida que se proyecta en actividades agro-productivas, artesanales y culturales de usufructo colectivo. Al sembrar especies de árboles, se evita la extinción de plantas autóctonas y se resguarda el equilibrio de los ecosistemas. Así, es posible lograr un entorno conservacionista que se adhiere a la ciudadanía y se apodera del discernir colectivo en las calles del pueblo.

                                                                         carlosfermin123@hotmail.com
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