EL PLACER SEXUAL
(EN MI CAMA MANDO YO)
Por Carlos Ruperto Fermín
Me suicidaría en tus venas. ¡Te lo juro! Allí estaban respirándose en la casa de cupido. El tiempo pasaba, y yo soñaba con desnudarte y amarte hasta la saciedad. Ciertamente era un amor prohibido, porque el smoking ya había pasado la prueba de fuego, y porque mi fuego se escondía allí adentro.
Esa noche yo lo sabía muy bien. Jamás lo dudé. Entré y comencé a buscarte, a tenerte y a amarte. Amar es perfecto, y dejarse amar es la perfección. No hay culpa, no hay preocupaciones, no hay titubeos. Hicimos lo que quisimos hacer, y cuando te entregas por amor, todo sale bien.
No hay intrusos, no hay llamadas de emergencia, no hay doble sentido. Simplemente nos olvidamos de todo y de todos, para ser felices por siempre y para siempre.
Las tentaciones, los golpecitos a la ventana, las osadías. Siempre buscamos despertar la jauría descontrolada, que vive en cada uno de nosotros. Vamos enamorando al amor, para que se deje enamorar por su amor. Lo vemos y le llegamos por la espalda. Caricias con risas, con dedicación, rompiendo las brechas del tiempo.
El amor es mágico solo si sabes disfrutar de su magia. La magia siempre está allí, esperando que alguien despierte el hechizo de dos idolatradas almas, que le mienten al mundo entero con sus falsas rivalidades. Solo el amor conoce nuestro amor. Él nos crea el espacio, la cita, la oportunidad y el descontrol total. Nadie tiembla, nadie lo razona, nadie opina. Mordemos el amor ciego en cada beso de pintalabios.
Me suicidaría en tus venas. ¡Te lo juro! Allí estaban respirándose en la casa de cupido. El tiempo pasaba, y yo soñaba con desnudarte y amarte hasta la saciedad. Ciertamente era un amor prohibido, porque el smoking ya había pasado la prueba de fuego, y porque mi fuego se escondía allí adentro.
Esa noche yo lo sabía muy bien. Jamás lo dudé. Entré y comencé a buscarte, a tenerte y a amarte. Amar es perfecto, y dejarse amar es la perfección. No hay culpa, no hay preocupaciones, no hay titubeos. Hicimos lo que quisimos hacer, y cuando te entregas por amor, todo sale bien.
No hay intrusos, no hay llamadas de emergencia, no hay doble sentido. Simplemente nos olvidamos de todo y de todos, para ser felices por siempre y para siempre.
Las tentaciones, los golpecitos a la ventana, las osadías. Siempre buscamos despertar la jauría descontrolada, que vive en cada uno de nosotros. Vamos enamorando al amor, para que se deje enamorar por su amor. Lo vemos y le llegamos por la espalda. Caricias con risas, con dedicación, rompiendo las brechas del tiempo.
El amor es mágico solo si sabes disfrutar de su magia. La magia siempre está allí, esperando que alguien despierte el hechizo de dos idolatradas almas, que le mienten al mundo entero con sus falsas rivalidades. Solo el amor conoce nuestro amor. Él nos crea el espacio, la cita, la oportunidad y el descontrol total. Nadie tiembla, nadie lo razona, nadie opina. Mordemos el amor ciego en cada beso de pintalabios.
Tenías razón Tío Simón, quererse no tiene horario ni fecha en el calendario, porque el amor es el único sentimiento que justifica nuestra existencia. Desnudamos el placer sexual con una alegría infinita, y es justo en ese momento, cuando podemos gritar libertad a los cuatro vientos.
Vientos que saben sostener la tempestad, que saben armonizar la velada, y que saben girar los caprichos en altamar. Me ahogo en tu orgullosa mirada, porque yo sé que conmigo no mientes. No hay oratoria, no hay frialdad, no hay honorabilidad. Simplemente fuimos un par de inteligencias, que por miedo a comprender el Universo, se amaron hasta morir.
Por eso mientras te escribo, te pienso. Mientras te pienso, te extraño. Y mientras te extraño, te recuerdo en aquel río de pasión desbordada.
Susurrándote al oído, un día te dije “Hoy quiero expresarte todo mi amor, porque la vida vuela con prisa, y no quiero volar con recuerdos del pasado”. No me arrepiento de la grosería, porque simplemente no podía despegarme de ti. Solo puedo despegar contigo, y aunque no mereces mi amor, contigo estaré hasta el fin de la eternidad.
La eternidad me dijo que a la eternidad le quedan muy pocos años. Quizás meses, semanas o días. La verdad no lo sé. No suelo abrir los ojos, pero esa noche tuve que hacerlo, para sentirme más vivo que nunca. Vi el halo de luz sobre mi rostro, parpadeándole al descontrolado volcán que yacía en mí.
Mi vida es descontrol. Por eso quise ver la luz de mi propio volcán. Quería saber si era felicidad o seriedad, si era enojo o costumbre, si era rabia o necesidad, si era deber o placer, y si era realidad o imaginación.
Todo fue una realidad apócrifa en una apócrifa realidad. Eres mi Mundo ¡Te lo juro! Tu olor, tu sudor, tu traición. Eres exactamente lo que necesito. No hay compromiso, no hay obligaciones, no hay preguntas. Hay juegos, hay revanchas, y hay provocaciones. En la cocina, frente a los vecinos, en el baño, en la terraza, en la escalera, en el infierno. Allí vivo por tu culpa, y vivo para vivir siempre en esa culpa.
Gracias a esa culpa soy más ánimo y menos ánima. Aunque me duele reconocer que nuestro amor, es como un ánima que enviste por la madrugada. Una ilusión que se reanima en un sillón. Una ilusión que se desviste en mis narices. Una ilusión que prende los motores hasta el amanecer.
Jugamos a ser dioses, y fue tanto el juego carnal, que nos olvidamos de los dioses. ¿Qué le vas a decir cuando te exija una explicación? Tú sabías muy bien lo que hacíamos a escondidas. Lo callamos, lo evadimos, lo disfrutamos al máximo. Ahora estamos pagando el karma, por haber jugado con los dioses del Olimpo. Ahora nadie nos perdona, ahora nadie lo justifica, ahora nadie lo graba. ¿Será que cometimos un error, o fue un error no cometerlo? Ahora hay silencios, ahora hay indiferencia, ahora hay misterios.
Pero basta con cruzarnos en el armario, para regenerar el hilo de una sagrada historia, que nos libera bien adentro y con locura. Tómate tu tiempo y piénsalo. Finge, habla, duerme. Aquí me tienes, siempre en pie de lucha. Abre la puerta, siempre al pie del cañón. Atado sin salida, siempre con el pie izquierdo.
Cruzamos las fronteras y llegamos más allá del infinito. Hasta tus ancestros se quedaron perplejos, con el cariño que rompe las paredes de antaño. No sientas culpa, ellos hicieron lo mismo. Quizás lo hicieron mucho mejor que nosotros. Si no fuera por la cúpula de esos retratos, no estaríamos retratando la belleza de una rebeldía afrodescendiente.
El amor no es una matemática, no es un castigo, no es una añoranza, no es una ley, y no es una sabiduría. Si fuimos condenados al pecado de lo prohibido, es porque el destino dibujó la silueta de tres animales en la cama. Animales hasta morir ¡Te lo juro!
Puedes venderle la pluma a los más obtusos, pero conmigo te gozas la sinceridad del delito. Todo eso que dices y haces, lo dices y haces esperando la satisfacción de la recámara. Es la chispa del fuego, el alimento, la verdad. Por eso grita esas mil historias de nunca acabar, porque cuando se apagan las luces de la sensatez, se prenden las erupciones de una clásica obsesión.
Esa obsesión me tiene loco, tonto y asustado. Me asusta que la pócima del embrujo, le pida otra explicación al santo negro. Me asusta que los rayos del Sol, se cansen de ocultar el brillo de la inmoralidad. Me asusta despertar con un monigote.
El tiempo pasará, y todos te felicitarán porque el árbol echó raíces. Toscas palabras que endiablan al cubano. Ellos te dirán que lo hiciste bien, y yo les diré que lo hiciste mal, porque si lo hicimos bien, entonces tú y yo nos merecíamos la gloria.
Esa gloria la conocí tarde, tan pero tan tarde, que supongo que todos la glorificaron. A mi me tocó la experiencia, y no me quejo en lo absoluto. Absolutamente obsesionado con tu presencia, con tus caricias, con tus arrebatos. Si el placer sexual es una promesa marciana, te regalo al clérigo del cielo y al polvo de sus estrellas. En ese preciso instante, las semillas germinaron en nuestras manos. Simplemente no puedo despegarme de tus alas, y alejarme de tus malditas traiciones.
Te conocí con los tatuajes de las traiciones, y jamás traicionaré a los jeroglíficos. De hecho, me enamoré de tus melancólicas traiciones. Cuando tengas problemas con tu pareja, simplemente escúchale gritar sus traiciones, y te devolverá el favor con creces. Por eso, yo solo lanzo el anzuelo y fecundo los frutos. Como la traición nunca aprendió a pescar, pues tampoco aprendió a descifrar el lenguaje del amor. Es así como cada bendito día, consigo justificar el legado de mi propia existencia.
Mi existencia depende de tus victorias, de tus fracasos y de tus tristezas. Eres mi medicina, y yo soy tu remedio. Jugamos al gato y al ratón, pese a que jamás nos casaremos. Si algún día lo hacemos de corazón, arderá Troya en el corazón de la pascua. Y si me quedo sin el corazón de la pascua, ya no habrá sonata taciturna para maldecir tu existencia. ¡Te lo juro!
Dicen que jurar en vano también es pecado. Por eso al amor nunca le juraremos amor eterno. Pero a ti te preguntaremos quién manda en tu cama, quién controla tus sueños, y quién es el dueño de tus pensamientos. Sin darnos cuenta, muchas veces nuestra cama es invadida por los llamados “vampiros”, también conocidos como personas tóxicas o delincuentes emocionales.
Hoy te cambio la genuina singularidad por la interrogativa pluralidad. Respóndeme ¿Quiénes mandan en tu cama? ¿Serán los inconvenientes del trabajo, las presiones del estudio, o los reclamos de la familia? ¿A quién le permites la entrada? ¿Será que perdiste el control de tu propio aposento?
La gran mayoría de las personas NO duermen, no descansan, no oxigenan sus cerebros. Simplemente pierden rápidamente el conocimiento, para olvidarse de los enojos, de los problemas, de las envidias, de las frustraciones, y de las adversidades que cotejan todos los días. Hay una gran cantidad de individuos que mientras duermen, reflejan en sus rostros los mismos cúmulos de insatisfacciones, que les hicieron perder rápidamente el conocimiento.
No hay relajación, no hay alivio, no hay sosiego. Realmente nunca viven un nuevo amanecer, ya que tras despertar del caótico sueño, regeneran otra vez el clima de ofuscación y negatividad, que va oprimiendo sus malogradas vidas.
Esa estresante situación de la cotidianidad, se va fraguando porque permitimos que intrusos se apoderen de nuestra cama. Un espacio sagrado donde aparentemente, todos tienen derecho a destruirnos. Vemos que el insomnio, las pesadillas, el sonambulismo o la hipersomnia, son respuestas cognitivas que claramente demuestran, la pérdida de nuestra voluntad y autoridad en la cama.
Nuestra falta de autoestima se encarga de activar mecanismos mentales, que pretenden ocultar el miedo a la desvalía, como por ejemplo: dejando encendido el televisor, fingiendo un gran apetito, trabajando en las horas de descanso, o nunca apagando el aire acondicionado.
Cuando no podemos dormir en total y absoluto silencio, es porque ya NO somos los dueños de nuestra propia cama. No es culpa de los mosquitos, no es culpa del calor, no es culpa del colchón. Hay algo o alguien que nos bloquea la paz, el sueño, y el deseo de reencontrarnos con nosotros mismos.
A esa contrariedad emocional, debemos sumarle la presión social del entorno, que nos obliga a cronometrar la hora de dormir y la hora de despertar, sin jamás pensar en nuestra delicada salud mental.
Es así como los millones de monstruos trasnochados, se sienten obligados a obedecer esa terrible condición de vida, y salen a la calle para comerse el mundo de las peores tinieblas.
Esa estresante situación de la cotidianidad, se va fraguando porque permitimos que intrusos se apoderen de nuestra cama. Un espacio sagrado donde aparentemente, todos tienen derecho a destruirnos. Vemos que el insomnio, las pesadillas, el sonambulismo o la hipersomnia, son respuestas cognitivas que claramente demuestran, la pérdida de nuestra voluntad y autoridad en la cama.
Nuestra falta de autoestima se encarga de activar mecanismos mentales, que pretenden ocultar el miedo a la desvalía, como por ejemplo: dejando encendido el televisor, fingiendo un gran apetito, trabajando en las horas de descanso, o nunca apagando el aire acondicionado.
Cuando no podemos dormir en total y absoluto silencio, es porque ya NO somos los dueños de nuestra propia cama. No es culpa de los mosquitos, no es culpa del calor, no es culpa del colchón. Hay algo o alguien que nos bloquea la paz, el sueño, y el deseo de reencontrarnos con nosotros mismos.
A esa contrariedad emocional, debemos sumarle la presión social del entorno, que nos obliga a cronometrar la hora de dormir y la hora de despertar, sin jamás pensar en nuestra delicada salud mental.
Es así como los millones de monstruos trasnochados, se sienten obligados a obedecer esa terrible condición de vida, y salen a la calle para comerse el mundo de las peores tinieblas.
Si al momento de acostarte en la cama, poniendo tu cabeza sobre la almohada y cerrando los ojos, sientes que los intrusos se quieren apoderar de tu descanso, ya sea con un nocivo recuerdo, con una frase hiriente, o con un cuchillo de amenazas, pues grítales con total y absoluta firmeza ¡En mi cama mando yo!
“Estoy en mi templo sagrado, y no voy a permitir que nadie pero absolutamente NADIE, prostituya la tranquilidad de mi ser”
Recuerda que las personas tóxicas solo quieren tu descanso eterno. Un descanso bajo la lápida de un cementerio, donde sientan que cumplieron con éxito su demoníaca misión. Ellos nunca te pedirán perdón en la vida, pues solo buscaban gobernarte, domarte y humillarte, en las sábanas ensangrentadas de una extinta cama.
Es importante que antes de dormir, te reconectes con la espiritualidad. Siente tu respiración. Inhala y exhala profusamente. Ponte la mano en el corazón y escucha los latidos, e intenta conciliar el sueño con una sonrisa dibujada en tu rostro. Así encontrarás un estado de relajación, que proyectarás de forma positiva en los desafíos del próximo día.
Si pierdes tu cama te quedas sin nada. Yo hace años perdí la cama. Me traicionaron, y no quiero que caigas en el mismo hueco. Aprende de los errores ajenos, y cuando cometas tus propios errores, ten un orgasmo para empezar de nuevo.
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