EL MALTRATO ANIMAL Y LA VIDA DE LAS MASCOTAS
Por Carlos Fermín
Cada año mueren millones de perros y gatos que son salvajemente golpeados, vejados y asesinados a escala global, por la miseria espiritual que habita en la mente y en el corazón de muchísimos Seres Humanos. La cobardía que castiga el alma de los más inocentes, viene permitiendo que los agresores practiquen la crueldad animal, aprovechando la apatía de la sociedad civil en denunciar los abusos que observan en sus ciudades, y la pasividad de los organismos gubernamentales en aplicar la ley para reducir la impunidad.
Debemos entender que las mascotas NO son juguetes, mercancías o adornos que se pueden comprar, romper u olvidar cuando nos cansemos de ellas. Son seres vivos que necesitan cuidados y atenciones, para evitar que se enfermen, se aíslen o se vuelvan agresivos. Los perros y gatos reflejan el trato que reciben de sus dueños. Todos esos animalitos nacen con la esperanza de crecer en un espacio donde sean respetados y queridos por los miembros de la familia. Al jugar con sus vidas por capricho, por dinero o por desquite, estamos extrapolando nuestras mayores falencias humanas que demuestran la ausencia de compasión, altruismo y empatía entre las personas.
A diferencia de los Seres Humanos, las mascotas no se transforman en engendros resentidos que se llenan de envidia, hipocresía e intolerancia por las circunstancias que aguarda el destino. Es frecuente observar a perros y gatos que viven felices y contentos aunque se hallen parapléjicos, se encuentren ciegos o carezcan de la capacidad auditiva. Ellos no se quedan traumados debido a la negativa condición de salud que padecen. Por el contrario, las mascotas aprecian el mágico don de la vida, que les permite olvidar las heridas del pasado y vivir positivamente la gracia del presente.
Tenemos la inspiradora moraleja de “Lázaro”, el perro mestizo que tras ser atropellado por un camión logró recuperarse en un centro veterinario, pese a que después su propietario lo abandonaría excusándose en una mudanza de residencia. Al no encontrarle familia adoptiva al animal que sobrevivía en un refugio, fue sacrificado por el médico que le propinó la inyección letal. Si bien todos pensaron que Lázaro había muerto, se sorprendieron al descubrir que estaba vivo a la mañana siguiente de suministrarle la eutanasia, demostrando el coraje, los bríos y el inmenso apego a la vida que ostentaba el perro, quien ahora vive con una madre sustituta en un cálido hogar de Alabama.
Debemos entender que las mascotas NO son juguetes, mercancías o adornos que se pueden comprar, romper u olvidar cuando nos cansemos de ellas. Son seres vivos que necesitan cuidados y atenciones, para evitar que se enfermen, se aíslen o se vuelvan agresivos. Los perros y gatos reflejan el trato que reciben de sus dueños. Todos esos animalitos nacen con la esperanza de crecer en un espacio donde sean respetados y queridos por los miembros de la familia. Al jugar con sus vidas por capricho, por dinero o por desquite, estamos extrapolando nuestras mayores falencias humanas que demuestran la ausencia de compasión, altruismo y empatía entre las personas.
A diferencia de los Seres Humanos, las mascotas no se transforman en engendros resentidos que se llenan de envidia, hipocresía e intolerancia por las circunstancias que aguarda el destino. Es frecuente observar a perros y gatos que viven felices y contentos aunque se hallen parapléjicos, se encuentren ciegos o carezcan de la capacidad auditiva. Ellos no se quedan traumados debido a la negativa condición de salud que padecen. Por el contrario, las mascotas aprecian el mágico don de la vida, que les permite olvidar las heridas del pasado y vivir positivamente la gracia del presente.
Tenemos la inspiradora moraleja de “Lázaro”, el perro mestizo que tras ser atropellado por un camión logró recuperarse en un centro veterinario, pese a que después su propietario lo abandonaría excusándose en una mudanza de residencia. Al no encontrarle familia adoptiva al animal que sobrevivía en un refugio, fue sacrificado por el médico que le propinó la inyección letal. Si bien todos pensaron que Lázaro había muerto, se sorprendieron al descubrir que estaba vivo a la mañana siguiente de suministrarle la eutanasia, demostrando el coraje, los bríos y el inmenso apego a la vida que ostentaba el perro, quien ahora vive con una madre sustituta en un cálido hogar de Alabama.
No hay duda, que las mascotas representan el lado genuino de la Pachamama, sin importar la raza, el color o el tamaño que presenten. Lo afirmamos, pues las especies de fauna no escapan de los perversos patrones de consumo, que socavan a la sociedad consumista del siglo XXI. Es común que el pedigrí de un perro o gato, se encargue de determinar el éxito o fracaso que le espera al animal. La gente piensa que un “perro de marca” es mejor que un perro mestizo o callejero. Ellos creen que el perro de buen linaje es más inteligente, mueve más la cola, es más obediente y más amoroso, que un perro de la calle repleto de pulgas, garrapatas y soledad. Es el mismo criterio de compra que utilizan al adquirir un televisor, una nevera, una computadora o un celular.
Una paradójica muestra del enfermizo discernimiento provisto por la Humanidad, que nos tiene ahogados en el egoísmo, en el sectarismo, en la codicia y en la extrema desigualdad social. Por esas razones, es difícil que la gente adopte a las mascotas por voluntad propia. Nadie quiere lo usado, lo maltratado y lo abandonado. Todos quieren lo nuevo, lo bueno y lo costoso. Vivimos en un Mundo deshumanizado en el que pagan justos por pecadores. Ese infame escollo socio-ambiental, incrementa la sobrepoblación de los animales en nuestras localidades, y la posible transmisión de enfermedades a las personas, debido a que los perros muerden y se aparean conforme son relegados a vivir en la calle.
Pero, la indiferencia no sólo toca los pies de la colectividad, sino también involucra a los gobiernos de turno y sus burocráticos organismos públicos, que siguen promoviendo la crueldad animal en el entorno que albergamos, gracias a leyes desfasadas que jamás sirven de sustento jurídico para encarcelar con celeridad a los delincuentes, a la incapacidad de transformar las perreras municipales en centros de asistencia integral para las mascotas, y al trágico uso del envenenamiento químico como método predilecto para disminuir la población canina y felina.
Queda claro, que NO existe un marco coercitivo que castigue la vileza en contra de las mascotas, y aminore los casos por maltrato animal vislumbrados a diario. Los criminales no tienen miedo de golpear y matar al perro o gato, porque saben que no serán denunciados y por ende, no serán privados de su libertad. El posible pago de Unidades Tributarias, la suspensión vitalicia de la tenencia de animales, o la obligación de acudir al servicio comunitario, no predisponen el acatamiento legal en la razón de los delincuentes. Si resulta complicado enjuiciar a un hombre por robar, hurtar o matar a alguien, es muy poca la justicia que coopera a favor de los animales.
Tal grado de insensatez humana, es el resultado de la carencia de Educación Ambiental en los colegios, liceos y demás centros de enseñanza primaria a nivel mundial. Creemos que la infancia representa una etapa clave en la vida de los individuos, para que se vuelvan más empáticos y respeten la integridad física de las aves, mamíferos, reptiles y anfibios que coexisten a su alrededor, o sigan cometiendo las clásicas equivocaciones de los adultos que prefieren cazarlos, venderlos, disecarlos y comerlos.
Cada vez que los padres llevan a sus hijos a espectáculos deplorables como las Corridas de Toros, las peleas de gallos, los circos con animales, las peleas de perros, los shows acuáticos con delfines y similares atrocidades en perjuicio de la fauna doméstica o silvestre, se va destruyendo la salud mental del muchacho que se convierte en víctima y victimario del delito perpetrado. Ellos no saben que anualmente son mutilados, electrocutados e intoxicados esos animales, para terminar siendo experimentos de laboratorio, telas de vestir, platillos gourmet, llaveros de souvenir, ofrendas de ceremonias y demás violaciones éticas.
Recientemente supimos que en China se matan a cientos de perros diariamente, para usarlos como materia prima en la confección de guantes y cinturones de cuero. En Estados Unidos, un irracional hombre le inyectó heroína a un gato de 3 meses, que fue hallado con una cuerda amarrada en el cuello tras ser golpeado hasta casi matarlo. En Perú, un demente ató a su perro a la parte trasera del automóvil y lo arrastró por las calles de su vecindario. En Argentina, a un perro comunal llamado Fierro le pintaron el pelaje con aerosoles a modo de graffiti. En España, un tipo desquiciado lanzó a un perro desde un sexto piso causándole la muerte instantánea. En México, una perturbada madre dejó que su hija jugara a “la rueda de San Miguel” con un gato convertido en marioneta.
En Honduras, una serie de enloquecidos jóvenes agarraron a un perro enfermo y le amarraron explosivos pirotécnicos en su cuerpo, específicamente un par de morteros sujetados en cada costado. Luego, grabaron la cobardía con la cámara del teléfono celular, se rieron a carcajadas de la explosión del pobre animal y subieron el terrible video a Facebook. Vale aclarar, que las mascotas sufren y se estresan muchísimo por el bombardeo de fuegos artificiales. Ese gran impacto acústico hace que los perros y gatos se confundan, pudiendo escapar del hogar y ser atropellados en la calle, así como desarrollar repentinos ataques de pánico o alteraciones del ritmo cardíaco, que produzcan su inevitable muerte.
Es necesario comprender que el flagelo de la crueldad animal en el Mundo, es una mortífera historia de nunca acabar por culpa de la mano opresiva que caracteriza al Homo Sapiens, quien posee una infinita creatividad para transformar en un calvario la benevolencia de las mascotas. Si Hachikō estuviera vivo, seguro que frente a la estación de trenes lo habrían matado lanzándole carne putrefacta, arrojándole un vendaval de piedras, prendiéndole fuego con gasolina, linchándolo con palazos y tomándole un selfie en alta definición.
Sin embargo, no todas las personas teorizan a los animales como objetos de lucro, de diversión o de ensayo para descargar la furia que los enaltece. En Latinoamérica existen asociaciones, fundaciones, movimientos, y amigos con espíritu ecológico que trabajan a sol y sombra para generar un cambio de mentalidad en la gente, ayudando con el bienestar de las mascotas y disminuyendo los índices de maltrato animal exhibidos. Ellos llevan a cabo campañas de esterilización y vacunación, jornadas de adopción, recolección de insumos, consultas veterinarias gratuitas, asesoría legal para canalizar denuncias, marchas pacíficas en las calles, juegos lúdicos infantiles y ubicación de refugios temporales o áreas fijas para la recuperación de los angelitos.
Nos encontramos con hermosas labores filantrópicas, que no suelen ser recompensadas por el resto de la insensible sociedad. Usted ha sido testigo de muchos casos de maltrato animal a lo largo de su vida, pero se quedó callado por temor a represalias de los transgresores, porque los cuerpos policiales se negaron a registrar la denuncia, o porque simplemente no le importó el destino fatal del animal. Pero, es muy probable que en tu localidad se halle una ONG que rescata a perros y gatos de la calle, la cual espera que te adhieras a su invaluable causa animalista, para convertir el remordimiento en acciones concretas de apoyo.
Si para los gobiernos la vida de una mascota no vale nada, porque no representa un voto en las elecciones del domingo, entonces debemos organizarnos y salvaguardar su derecho. Hoy en día, contamos con herramientas tecnológicas dotadas por la Internet, como las redes sociales, los foros temáticos, los chats en línea y los blogs personales. Es tiempo de aprovechar ese gran medio comunicacional, para denunciar públicamente a las personas que cometan delitos de maltrato animal. En la medida que usted comparta fotografías del perro o gato que padece el abuso, explicando a los cibernautas la irregularidad visualizada y precisando el lugar donde se manifiesta el inconveniente, pues estaremos masificando la denuncia y será más fácil que personas naturales y jurídicas se aboquen a resolver el problema.
Nuestra meta es que usted asuma una actitud proactiva a favor de las mascotas. No debes continuar siendo cómplice de los delincuentes, que amenazan con la paz verde del planeta Tierra. El cambio empieza por dentro, y buscamos que te atrevas a exteriorizar ese sentimiento mediante la solidaridad y la denuncia oportuna.
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