EL LADO OSCURO DE LAS PIÑATAS
Por Carlos Fermín
¿A quién no le tocó aporrear una cargadita piñata con un palo o garrote en una divertida fiesta infantil? Dicen que si no participaste en una piñata cuando fuiste niño, simplemente NO tuviste infancia. Desde hace más de un siglo, las piñatas constituyen en gran parte de Iberoamérica, el eje central de la diversión que acompaña a las fiestas infantiles de cumpleaños, a las festividades navideñas en diciembre, y a cualquier otra fecha especial en la que los niños sean los protagonistas del jolgorio, de la parranda y del sano entretenimiento entre familiares, amigos y vecinos.
Sin embargo, del supuesto “sano entretenimiento” que atesoran las famosas piñatas, es que surge nuestra primera interrogante en el artículo que le presentamos. ¿Realmente las piñatas representan un juego lúdico para la recreación de los niños? Lo preguntamos, porque a veces lo que consideramos tradicional, común y festivo de realizar en una actividad social, no necesariamente refleja el espíritu genuino, popular y sacro de las personas que ponen en práctica esa actividad social.
Nos seguimos preguntando ¿Es moral y éticamente correcto el uso de piñatas en las fiestas infantiles? Parece que entre tantos colores, papeles y sorpresas que decoran las asombrosas piñatas, existe una verdad oculta que por décadas se ha intentado borrar del firmamento racional que mueve a la colectividad. De generación en generación, las familias no cuestionan en absoluto la gracia salvadora que brota de las piñatas, exaltando la idiosincrasia que enaltece a sus pueblos y rememorando las historias aparentemente positivas que llenaron los invaluables recuerdos del ayer. Por desgracia, la contradictoria línea emocional de esa afirmación, nos obliga a demostrar que reventar una piñata NO es el inofensivo juego de niños teorizado por la Humanidad. De allí, que a continuación explicaremos las 5 grandes razones holísticas que comprueban el grave peligro que simbolizan las piñatas para mantener la salud mental de la infancia.
Sin embargo, del supuesto “sano entretenimiento” que atesoran las famosas piñatas, es que surge nuestra primera interrogante en el artículo que le presentamos. ¿Realmente las piñatas representan un juego lúdico para la recreación de los niños? Lo preguntamos, porque a veces lo que consideramos tradicional, común y festivo de realizar en una actividad social, no necesariamente refleja el espíritu genuino, popular y sacro de las personas que ponen en práctica esa actividad social.
Nos seguimos preguntando ¿Es moral y éticamente correcto el uso de piñatas en las fiestas infantiles? Parece que entre tantos colores, papeles y sorpresas que decoran las asombrosas piñatas, existe una verdad oculta que por décadas se ha intentado borrar del firmamento racional que mueve a la colectividad. De generación en generación, las familias no cuestionan en absoluto la gracia salvadora que brota de las piñatas, exaltando la idiosincrasia que enaltece a sus pueblos y rememorando las historias aparentemente positivas que llenaron los invaluables recuerdos del ayer. Por desgracia, la contradictoria línea emocional de esa afirmación, nos obliga a demostrar que reventar una piñata NO es el inofensivo juego de niños teorizado por la Humanidad. De allí, que a continuación explicaremos las 5 grandes razones holísticas que comprueban el grave peligro que simbolizan las piñatas para mantener la salud mental de la infancia.
Primer motivo
Las piñatas agudizan el comportamiento agresivo
Aunque parezca una sana costumbre al momento de celebrar los cumpleaños infantiles, no hay duda que las piñatas manifiestan el comportamiento agresivo de las personas, quienes intentan esconder ese cohibido sentimiento, en una agradable fiesta junto a los seres queridos. Como sabemos, las piñatas exteriorizan la violencia reprimida de padres e hijos, siendo una forma de extrapolar los correazos, las nalgadas, las golpizas, los insultos, los empujones y las vejaciones que han recibido en los sangrientos puños cerrados de sus progenitores.
Las piñatas promueven la violencia desde edades tempranas, pues los niños se comportan como animales desesperados por agarrar y matar a la indefensa presa, lo que predispone a desarrollar el resentimiento, el desquite, la venganza y el ensañamiento en contra de los demás, que tarde o temprano, se pagará en casos de Bullying o acoso escolar con sus compañeros del colegio, en violencia doméstica cuando lleguen a la etapa de la adultez, y en graves trastornos de personalidad que los afectará en el entorno social que albergan.
Las piñatas agudizan el comportamiento agresivo
Aunque parezca una sana costumbre al momento de celebrar los cumpleaños infantiles, no hay duda que las piñatas manifiestan el comportamiento agresivo de las personas, quienes intentan esconder ese cohibido sentimiento, en una agradable fiesta junto a los seres queridos. Como sabemos, las piñatas exteriorizan la violencia reprimida de padres e hijos, siendo una forma de extrapolar los correazos, las nalgadas, las golpizas, los insultos, los empujones y las vejaciones que han recibido en los sangrientos puños cerrados de sus progenitores.
Las piñatas promueven la violencia desde edades tempranas, pues los niños se comportan como animales desesperados por agarrar y matar a la indefensa presa, lo que predispone a desarrollar el resentimiento, el desquite, la venganza y el ensañamiento en contra de los demás, que tarde o temprano, se pagará en casos de Bullying o acoso escolar con sus compañeros del colegio, en violencia doméstica cuando lleguen a la etapa de la adultez, y en graves trastornos de personalidad que los afectará en el entorno social que albergan.
Segundo motivo
Las piñatas generan graves daños psicológicos
Los niños llegan a desarrollar temores al vendarles sus ojos para que no puedan atinarle a la colosal piñata. No sólo predispone la inseguridad, sino también la angustia y la desesperación, que los afecta anímica y espiritualmente en su proceso de crecimiento físico e intelectual. De hecho, es frecuente que se sientan presionados y humillados al ser objetos de escarnio público, debido a la infinidad de gritos, cánticos, aplausos e histeria colectiva que reciben descontroladamente, para que terminen de romper la inquieta piñata. Por eso, es usual apreciar que los niños lloren o se muestren ariscos después de efectuar el acto de la piñata, y lo peor, es que sus papás son tan poco receptivos, que jamás hablan con el niño en la propia fiesta o tras llegar al hogar, para monitorear sus sentimientos y resolver el posible daño psicológico ocasionado.
Las piñatas generan graves daños psicológicos
Los niños llegan a desarrollar temores al vendarles sus ojos para que no puedan atinarle a la colosal piñata. No sólo predispone la inseguridad, sino también la angustia y la desesperación, que los afecta anímica y espiritualmente en su proceso de crecimiento físico e intelectual. De hecho, es frecuente que se sientan presionados y humillados al ser objetos de escarnio público, debido a la infinidad de gritos, cánticos, aplausos e histeria colectiva que reciben descontroladamente, para que terminen de romper la inquieta piñata. Por eso, es usual apreciar que los niños lloren o se muestren ariscos después de efectuar el acto de la piñata, y lo peor, es que sus papás son tan poco receptivos, que jamás hablan con el niño en la propia fiesta o tras llegar al hogar, para monitorear sus sentimientos y resolver el posible daño psicológico ocasionado.
Tercer motivo
Las piñatas enferman a los niños
Vemos que el desmesurado comportamiento agresivo que denotan los niños frente a la inocente piñata, es lamentablemente premiado por los padres, quienes descargan al suelo una gran cantidad de golosinas y frituras, como recompensa para los muchachos por haber tumbado la piñata, que colgaba en las alturas de la barbarie humana. Vale aclarar, que esos caramelos y chucherías, van poco a poco enfermando a los niños, ya que generan adicción al azúcar, provocan caries en los dientes e incrementan los problemas gástricos prematuros.
Además, es muy chocante visualizar el salvajismo de los niños, quienes por capricho, inician una acalorada lucha cuerpo a cuerpo en los cimientos del piso, buscando mendigar y atrapar el mayor número de golosinas posibles, lo que produce envidia, enemistad y rencores entre los combatientes infantes. El chiste es cazar todo lo que se pueda cazar, justificando el fin por el medio para conseguirlo, y así no quedar con las manos vacías frente a los codiciosos ojos de sus padres, siendo un triste mensaje lleno de egoísmo, ya que ninguno de esos niños se atreve a compartir el tesoro obtenido con el resto del batallón.
Las piñatas enferman a los niños
Vemos que el desmesurado comportamiento agresivo que denotan los niños frente a la inocente piñata, es lamentablemente premiado por los padres, quienes descargan al suelo una gran cantidad de golosinas y frituras, como recompensa para los muchachos por haber tumbado la piñata, que colgaba en las alturas de la barbarie humana. Vale aclarar, que esos caramelos y chucherías, van poco a poco enfermando a los niños, ya que generan adicción al azúcar, provocan caries en los dientes e incrementan los problemas gástricos prematuros.
Además, es muy chocante visualizar el salvajismo de los niños, quienes por capricho, inician una acalorada lucha cuerpo a cuerpo en los cimientos del piso, buscando mendigar y atrapar el mayor número de golosinas posibles, lo que produce envidia, enemistad y rencores entre los combatientes infantes. El chiste es cazar todo lo que se pueda cazar, justificando el fin por el medio para conseguirlo, y así no quedar con las manos vacías frente a los codiciosos ojos de sus padres, siendo un triste mensaje lleno de egoísmo, ya que ninguno de esos niños se atreve a compartir el tesoro obtenido con el resto del batallón.
Cuarto motivo
Las piñatas representan un despilfarro monetario
Es un malgaste de dinero para la familia, pues generalmente compran las piñatas en tiendas de festejos, o las mandan a fabricar con diseños personalizados, lo cual aparte de representar un elevado costo económico, tanto en su confección como en su posterior relleno con golosinas, nunca dejan un recuerdo positivo ni en la mente ni en los bolsillos de los padres. Aunque las piñatas son muy bonitas por fuera, el único recuerdo fotográfico que dejan para la posteridad, es la mezcla negativa de destrucción, ira y odio desmedido en el corazón del cumpleañero y sus invitados. Ni que decir de los antivalores encarnados por los personajes transculturizados que suelen emplearse para diseñar las piñatas, los cuales van desde los belicistas Capitán América o Spiderman, pasando por la tonta Tinker Bell o Dora La Exploradora, y llegando hasta el manicomio de Cars, Dragon Ball, Winnie the Pooh, Ben 10 y Max Steel. Toda una oda a la banalidad rastrera de la corporación Disney y de los personajes manga y anime asiáticos, que castiga con fuerza el discernir de la infancia latinoamericana.
Las piñatas representan un despilfarro monetario
Es un malgaste de dinero para la familia, pues generalmente compran las piñatas en tiendas de festejos, o las mandan a fabricar con diseños personalizados, lo cual aparte de representar un elevado costo económico, tanto en su confección como en su posterior relleno con golosinas, nunca dejan un recuerdo positivo ni en la mente ni en los bolsillos de los padres. Aunque las piñatas son muy bonitas por fuera, el único recuerdo fotográfico que dejan para la posteridad, es la mezcla negativa de destrucción, ira y odio desmedido en el corazón del cumpleañero y sus invitados. Ni que decir de los antivalores encarnados por los personajes transculturizados que suelen emplearse para diseñar las piñatas, los cuales van desde los belicistas Capitán América o Spiderman, pasando por la tonta Tinker Bell o Dora La Exploradora, y llegando hasta el manicomio de Cars, Dragon Ball, Winnie the Pooh, Ben 10 y Max Steel. Toda una oda a la banalidad rastrera de la corporación Disney y de los personajes manga y anime asiáticos, que castiga con fuerza el discernir de la infancia latinoamericana.
Quinto motivo
Las piñatas alejan a los hijos de sus padres
Seamos sinceros, en las fiestas de cumpleaños TODO es cuestión de apariencias sociales, que se retribuye con la lista de amigos, familiares, vecinos y colegas invitados a tal celebración. Existe mucha superficialidad al fingir conductas, actitudes e intereses que distan mucho de la realidad emocional que gravita en ese instante. Es lógico creer que los niños no se sientan queridos por romper una piñata, por reír con el payaso, o por comer una torta. Ya que por el contrario, ellos se sienten presionados a fingir emociones que se convertirán a futuro, en la hipocresía muy bien aleccionada por culpa de sus padres. De hecho, los padres tampoco disfrutan esas celebraciones, ya que viven atareados pretendiendo que todo salga a la perfección, y NO se preocupan en disfrutar verdaderamente ese inolvidable acontecimiento con su hijo.
El motivo de celebrar un cumpleaños, es realmente pasar tiempo de calidad con el hijo, sin necesidad de amistades, regalos y piñatas. Es mejor un abrazo sincero sin el flash de una cámara fotográfica. Un beso sincero sin que el rostro quede marcado de labial rojo, y vociferar un TE QUIERO sincero directo a los ojos del niño, sin temor a mostrar debilidad ante los acompañantes. Es cuestión de agraciar la dicha de tener un niño que pueda crecer en un ambiente sano, donde se atreva a dar amor y a recibir amor.
Las piñatas alejan a los hijos de sus padres
Seamos sinceros, en las fiestas de cumpleaños TODO es cuestión de apariencias sociales, que se retribuye con la lista de amigos, familiares, vecinos y colegas invitados a tal celebración. Existe mucha superficialidad al fingir conductas, actitudes e intereses que distan mucho de la realidad emocional que gravita en ese instante. Es lógico creer que los niños no se sientan queridos por romper una piñata, por reír con el payaso, o por comer una torta. Ya que por el contrario, ellos se sienten presionados a fingir emociones que se convertirán a futuro, en la hipocresía muy bien aleccionada por culpa de sus padres. De hecho, los padres tampoco disfrutan esas celebraciones, ya que viven atareados pretendiendo que todo salga a la perfección, y NO se preocupan en disfrutar verdaderamente ese inolvidable acontecimiento con su hijo.
El motivo de celebrar un cumpleaños, es realmente pasar tiempo de calidad con el hijo, sin necesidad de amistades, regalos y piñatas. Es mejor un abrazo sincero sin el flash de una cámara fotográfica. Un beso sincero sin que el rostro quede marcado de labial rojo, y vociferar un TE QUIERO sincero directo a los ojos del niño, sin temor a mostrar debilidad ante los acompañantes. Es cuestión de agraciar la dicha de tener un niño que pueda crecer en un ambiente sano, donde se atreva a dar amor y a recibir amor.
Conclusiones
Sin darnos cuenta, la cargadita piñata festiva convierte a los inocentes niños en máquinas egoístas, vengativas y frívolas, que seguirán llevando esa maldita tradición de generación en generación. Nunca le preguntamos si realmente quieren participar en la piñata, si realmente desean que le recubran los ojos, o si realmente quieren experimentar un atroz comportamiento violento. Los padres piensan que todo es “normal”, cuando no se imaginan el anormal daño psicológico que representa esa endemoniada tradición iberoamericana.
Te pregunto lo siguiente ¿Qué opinas del trinomio Bullying, Corridas de Toros y Piñatas? ¿Te parece lógico o ilógico? Los papás nunca cuestionan los gratos momentos que vivieron en su niñez, para no reconocer lo ingrato que fueron sus padres al exponerlos a esas escaramuzas. La piñata NO es un juego infantil. Es una aberración social que destruye la salud mental de los jóvenes, y los predispone a ser agresivos por naturaleza. Sólo te pedimos que lo pienses por un instante. Sabemos que es difícil rechazar las costumbres que recibimos de nuestros ancestros, pero también debemos aplicar el pensamiento crítico, para tomar lo positivo de la vida y desechar lo negativo.
Si de verdad quieres lo mejor para tu hijo, entonces olvídate de organizar fiestas con piñatas.
[email protected]
carlosrupertofermin.wordpress.com
http://ekologia.com.ve
Sin darnos cuenta, la cargadita piñata festiva convierte a los inocentes niños en máquinas egoístas, vengativas y frívolas, que seguirán llevando esa maldita tradición de generación en generación. Nunca le preguntamos si realmente quieren participar en la piñata, si realmente desean que le recubran los ojos, o si realmente quieren experimentar un atroz comportamiento violento. Los padres piensan que todo es “normal”, cuando no se imaginan el anormal daño psicológico que representa esa endemoniada tradición iberoamericana.
Te pregunto lo siguiente ¿Qué opinas del trinomio Bullying, Corridas de Toros y Piñatas? ¿Te parece lógico o ilógico? Los papás nunca cuestionan los gratos momentos que vivieron en su niñez, para no reconocer lo ingrato que fueron sus padres al exponerlos a esas escaramuzas. La piñata NO es un juego infantil. Es una aberración social que destruye la salud mental de los jóvenes, y los predispone a ser agresivos por naturaleza. Sólo te pedimos que lo pienses por un instante. Sabemos que es difícil rechazar las costumbres que recibimos de nuestros ancestros, pero también debemos aplicar el pensamiento crítico, para tomar lo positivo de la vida y desechar lo negativo.
Si de verdad quieres lo mejor para tu hijo, entonces olvídate de organizar fiestas con piñatas.
[email protected]
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