CONOCE A LA FAMILIA SALVATIERRA Y SUS SECRETOS
Por Carlos Fermín
Según la leyenda, el árbol de la vida se ciñe en un ancestral tallo que ampara todo lo que la madre Tierra y su prole han de necesitar, para que sus hojas se alcen en el verde viento de la incierta libertad ecológica. La raíz de una utopía que atesore la flor de nuestra existencia, es el fruto en la interacción de los recursos naturales con las agujas del reloj que lidian a diario en la retrospectiva del ser.
Lo dicho por Pachamama, una colosal fuerza que es capaz de albergar un sin fin de bondades, para que sus aliados o detractores se miren a los ojos, en busca de una razón que explique el porqué de sus palabras. La naturaleza dio a luz a un par de hijos, en el sagrado camino de los pies descalzos. Uno de ellos, representa el lado genuino del Universo, visto en la flora, la fauna y esa gran biodiversidad que de buena fe nos llena de alegría. Y el otro, representa el lado bastardo de la Creación, que lo personifica el Hombre, en su inicuo proceso de irrumpir, explotar y rentabilizar todo lo que su progenitora se encargó con algo de ingenuidad en ofrecerle, a cambio de ver como su propia sangre la destruye.
Ni a gritos se salva de su perversidad, la Humanidad usurpó la cruz de San Buenaventura, para no llevar a cuestas la paz de aprender a convivir libremente y respetar el Medio Ambiente que los acoge. El dogma, el racismo, la guerra, las drogas y la anarquía, van de la mano con los idiomas, las culturas, los himnos y el personalismo. Los antivalores a escala global, han ocultado las solariegas heridas que nuestro agonizante planeta Tierra ya aprendió a perdonar, para que la sed de venganza sólo consuma al Hombre en su infernal forma de existir.
La tala de árboles, la contaminación del agua, la deposición de basura a cielo abierto, el abuso de la energía eléctrica y el “smoke” de la calle, nos hace pensar que el Diablo no se va a quedar con las ganas de castigar la miseria humana. Los anónimos ecocidios que se niegan a fomentar la impunidad, se van a vestir de Superhéroes, para que la etérea justicia acabe con la indiferencia ecológica de los villanos y salve a la princesa de sus tóxicas garras.
Pero, como en toda historieta de ficción, se necesitan de valientes personajes que ayuden a la gente a cuidar a nuestra querida Patria. Aquí le presentamos, a los 7 integrantes de la Súper Familia “Salvatierra”, quienes a base de oportunos “tips” nos aleccionarán con sus poderes, para crear el mensaje ambientalista tan necesario en el Mundo.
Lo dicho por Pachamama, una colosal fuerza que es capaz de albergar un sin fin de bondades, para que sus aliados o detractores se miren a los ojos, en busca de una razón que explique el porqué de sus palabras. La naturaleza dio a luz a un par de hijos, en el sagrado camino de los pies descalzos. Uno de ellos, representa el lado genuino del Universo, visto en la flora, la fauna y esa gran biodiversidad que de buena fe nos llena de alegría. Y el otro, representa el lado bastardo de la Creación, que lo personifica el Hombre, en su inicuo proceso de irrumpir, explotar y rentabilizar todo lo que su progenitora se encargó con algo de ingenuidad en ofrecerle, a cambio de ver como su propia sangre la destruye.
Ni a gritos se salva de su perversidad, la Humanidad usurpó la cruz de San Buenaventura, para no llevar a cuestas la paz de aprender a convivir libremente y respetar el Medio Ambiente que los acoge. El dogma, el racismo, la guerra, las drogas y la anarquía, van de la mano con los idiomas, las culturas, los himnos y el personalismo. Los antivalores a escala global, han ocultado las solariegas heridas que nuestro agonizante planeta Tierra ya aprendió a perdonar, para que la sed de venganza sólo consuma al Hombre en su infernal forma de existir.
La tala de árboles, la contaminación del agua, la deposición de basura a cielo abierto, el abuso de la energía eléctrica y el “smoke” de la calle, nos hace pensar que el Diablo no se va a quedar con las ganas de castigar la miseria humana. Los anónimos ecocidios que se niegan a fomentar la impunidad, se van a vestir de Superhéroes, para que la etérea justicia acabe con la indiferencia ecológica de los villanos y salve a la princesa de sus tóxicas garras.
Pero, como en toda historieta de ficción, se necesitan de valientes personajes que ayuden a la gente a cuidar a nuestra querida Patria. Aquí le presentamos, a los 7 integrantes de la Súper Familia “Salvatierra”, quienes a base de oportunos “tips” nos aleccionarán con sus poderes, para crear el mensaje ambientalista tan necesario en el Mundo.
El eco ateísta
Aleja, ejerce el rol de Madre en la casa, ella no abusa en el uso del microondas, la secadora y el freezer, pues como leyó en un artículo de ecología, sabe que esos aparatos despilfarran mucha energía, por lo que los emplea de forma adecuada. Cuando sus hijos se van a la escuela, siempre está pendiente de apagar las luces de los cuartos que dejan prendidas. Además, logró convencer a su esposo Jaime para que cambiara los bombillos incandescentes por luces de bajo consumo que ahorran hasta un 80% de energía. Mientras que al momento de lavar la ropa, la vajilla y la alfombra, lo hace sin malgastar el agua potable. Así, aprendió a usar el vital líquido de una manera racional en su hogar y le inculcó a su familia ese eco valor, ya que en muchos países escasea.
Tras invocar el genuino elemento de la “Tierra”, le otorgó el poder de alertar el “Eco ateísta”, pues aprendió que su litigio, ejerce un rol cegador en la realidad de lo que somos, fuimos y podríamos llegar a ser. Esclavizan una verdad, a cambio de rentabilizar la ayuda espiritual.
Adiós a la Guerra
Jaime, es el papá del hogar, quien tras ver su partido de fútbol, el noticiero y la película de medianoche, apaga el TV antes de irse a dormir, para ahorrar energía y reducir el pago por el consumo eléctrico que le facturan cada mes. A su vez, él desenchufa el cargador del celular que va a la toma de 110v, pues si bien necesita comunicarse con sus clientes, ya sabe que aunque la batería se cargó y el teléfono se desconectó, sigue habiendo “energía en espera” que se va a reflejar en su recibo. Y antes de irse al trabajo, le arregló oportunamente a su vehiculo, un problema con el cilindraje y los pistones asociado al motor, que dispersaba gases tóxicos por el tubo de escape al Ambiente y evitó contaminar las calles de la ciudad que lo vio nacer.
Tras invocar el genuino elemento del “Fuego”, le otorgó el poder de decirle “Adiós a la guerra”, pues aprendió que la violencia sólo genera más violencia. El destruirnos los unos a los otros, es una actitud simplista, absurda e irracional para quienes dicen llamarse la raza humana superior.
Adopta, apadrina, abstente
Ana, es la hija mayor de los Salvatierra, ella cursa la cátedra de “Ética Ecológica” en la Universidad; y allí el profesor Valdés le explicó que debía desconectar el cargador de la Laptop cuando no la use, por eso de la “energía en reposo”, que ya le había descrito a su Papá hace unos días. A su vez, antes de irse a clases, apaga el aire acondicionado, pues sabe que estos equipos no se llevan nada bien con el Medio Ambiente, por lo que sólo lo prende un rato para climatizar la sensación térmica y luego lo apaga en el botón “OFF”. Cabe destacar, que cuando se va de viaje por los trabajos de Campo que le asignan, ella se asegura de no dejar los aparatos prendidos, ya que le desagrada que sus padres entren a su cuarto mientras está fuera de la casa.
Tras invocar lo genuino de la “Luna”, le otorgó el poder de alentar el “Adopta, apadrina, abstente”, pues aprendió que ya hay un sin fin de niños en la calle sin un refugio ni nadie que los acoja. La gente debe dejar el capricho ego centrista de procrear biológicamente para dar paso a un nuevo ser en la vida.
Gracias al plan de estudio que diseñó el profesor Valdés, ella se ha interesado en investigar sobre las energías renovables, como: la solar, la eólica o la hidráulica. Ayer, habló con su mamá Aleja, para que al momento de desechar la basura, lo haga separando los restos dependiendo al material, ya sea: vidrio, cartón o plástico. También investigó en la Internet, sobre las 3 “R” que se refieren a: Reciclar, Reutilizar y Reducir, lo que la hizo analizar los “Principios Básicos de la Ecología”, a diferencia de sus amigas de la Facultad, que sólo se la pasan chateando con gente desconocida.
Rescate Ecológico
Octavio, es el hijo varón de la casa, quien prefiere jugar al béisbol por las tardes con sus amigos del bachillerato, que pasar el día en las garras que transculturizan, ya sea viendo: los programas de TV de los medios privados, jugando online videojuegos bélicos o lanzando la moneda al aire de la promiscuidad. Luego de ver sus películas en DVD, se asegura de apagar el equipo sin dejar el “Led” rojo prendido, pues no se salvó de su hermana Ana, quien le explicó el efecto de la “energía en reposo”. Pese a ello, su cuarto es el único que sigue usando una bombilla incandescente, y eso que su papá la había cambiado. Él dice que ya se acostumbró a usar ese tipo de luz, pero todos debemos adaptarnos a un modo de vida más ecológico que cuide al planeta Tierra.
Tras invocar al astro rey el “Sol”, le otorgó el poder de vociferar el “Rescate Ecológico”, pues aprendió que la Tierra, es nuestro único hábitat de vida. Hay que amarlo y no dejar que el Hombre y su intento de poblar todo lo que se cruce a su paso, lo destruya, junto a la flora, la fauna y los ecosistemas.
Ciencia en la Calle
Andrés, es el Tío quien más frecuenta a los Salvatierra. Él vive a tan sólo dos calles de su hermana Aleja, por lo que siempre aconseja a sus sobrinos. Les ha dicho, que mientras se cepillan, no deben dejar que el agua del grifo siga saliendo, pues aunque no lo crean, eso genera problemas de suministro en el servicio prestado por la Hidroeléctrica. Además, que Jaime hace un mes instaló una bomba de agua para evitar quedarse sin el vital líquido, lo que aumenta la necesidad de establecer una cultura ahorrativa. Pese a que no le gustó la decisión de su cuñado, logró que no adquiriera una planta de generación eléctrica para mitigar los apagones, que a su juicio, son máquinas antiecológicas que van en contra de pasar tiempo de calidad con toda la familia.
Tras invocar el genuino elemento del “Aire”, le otorgó el poder de pedir la “Ciencia en la Calle”, pues aprendió que la valía del conocimiento radica en compartirlo al Universo. Arriba, hay algo más que el sol, las nubes y el cielo. Abajo, hay algo más que huesos, gusanos y el infierno.
Ética para todos
Janeth, es una prima lejana, que desde hace un par de semanas visita la casa de los Salvatierra, mientras pasa unos días de asueto laboral. Le sorprendió que Octavio y Ana, no recibieran clases de ecología cuando cursaban la primaria en el colegio. Ya que en el liceo donde estudia su hija, es obligatorio que los niños conozcan los valores ambientalistas desde la infancia. Por lo que le pidió permiso a Aleja, para llevarse a sus primos al parque “El As”, en el que sembraron un árbol y hablaron sobre la historia del “Araguaney”, el problema de la Deforestación global y la necesidad de denunciar a quienes atenten contra la naturaleza. Cuando estaban por llegar, fueron tentados a asistir a un “Circo”, pero recordaron que en esos eventos se maltratan a los animales.
Tras invocar el genuino elemento del “Agua”, le otorgó el poder de pedir la “Ética para todos”, pues aprendió que: la anarquía, la hipocresía e infamar al prójimo, acrecientan: los antivalores, la impunidad y el vacío existencial. Ahora, afronta sus problemas con la tolerancia y el respeto a la ciudadanía.
Aprender a escuchar
Juan, es el abuelo paterno de familia y desde hace 3 años, fue cobijado por los Salvatierra, para que no se sintiera tan solo en su casa de la Costa. Les inculcó a sus nietos, el hábito de la lectura y la necesidad de llevar una armoniosa relación entre todos, sin: insultar, vejar o humillar a los demás. Las olas del mar, le hicieron valorar la grandeza de lo natural y lo espiritual por encima de lo frívolo; por lo que aprendió a vivir sin la necesidad de pagar con: tarjeta, débito o en efectivo y así no vender su alma al Sistema. Él, es un experto en el arte de doblar, conocido como el “Origami”, ya que reúne a la familia los fines de semana, para realizar figuras con papel reciclado que tengan una asociación ecológica, sean: flores, aves y especies de fauna.
Tras invocar lo genuino del “Ser”, le otorgó el poder de “Aprender a escuchar”, pues aprendió que intentar ver y sentir la realidad del otro, es la receta unívoca que evitaría: la guerra, la soledad y el sentirnos perdidos en el Mundo.
Su experiencia en la Vida, le hizo creer que la gente nunca cambiaría el vicio ecocida por el intento de auto descubrirse en las confusas millas amén de lo irreal. Por lo que el domingo en la mañana, llevó a los suyos al patio de la casa. Ellos se tomaron de las manos en un sagrado círculo familiar. En el centro de la liturgia, se hallaba el abuelo quien sostenía su bastón con el brazo derecho extendido hacia las alturas.
Luego, un gran rayo oculto en la claridad del día, cayó en medio de su fuerza celestial. Una señal de humo que se elevaba al reino de lo desconocido, cegó sus ojos y llevó la plegaria que nunca más volvería. Antes de morir y gravitar en lo infinito del Universo, les hizo la promesa de que el invoque de sus poderes, sólo tendría la tenuidad del planeta Tierra, si han de lograr un efecto multiplicador en las personas con quienes conviven a diario.
No cabe duda, que la familia “Salvatierra” fue de gran ayuda en hacernos reflexionar sobre nuestra interacción Hombre-Medio y la necesidad de aplicar cada uno de sus poderes en la lucha por una Tierra más humana y que sumen un valor eco socialista para todos. En el hogar, desde el trabajo o en la calle, se debe poner en juego esa praxis “verde”, en el seno de la colectividad y así incentivar a que cada familia haga de los Salvatierra, un longevo estilo de vida por descubrir.
Aleja, ejerce el rol de Madre en la casa, ella no abusa en el uso del microondas, la secadora y el freezer, pues como leyó en un artículo de ecología, sabe que esos aparatos despilfarran mucha energía, por lo que los emplea de forma adecuada. Cuando sus hijos se van a la escuela, siempre está pendiente de apagar las luces de los cuartos que dejan prendidas. Además, logró convencer a su esposo Jaime para que cambiara los bombillos incandescentes por luces de bajo consumo que ahorran hasta un 80% de energía. Mientras que al momento de lavar la ropa, la vajilla y la alfombra, lo hace sin malgastar el agua potable. Así, aprendió a usar el vital líquido de una manera racional en su hogar y le inculcó a su familia ese eco valor, ya que en muchos países escasea.
Tras invocar el genuino elemento de la “Tierra”, le otorgó el poder de alertar el “Eco ateísta”, pues aprendió que su litigio, ejerce un rol cegador en la realidad de lo que somos, fuimos y podríamos llegar a ser. Esclavizan una verdad, a cambio de rentabilizar la ayuda espiritual.
Adiós a la Guerra
Jaime, es el papá del hogar, quien tras ver su partido de fútbol, el noticiero y la película de medianoche, apaga el TV antes de irse a dormir, para ahorrar energía y reducir el pago por el consumo eléctrico que le facturan cada mes. A su vez, él desenchufa el cargador del celular que va a la toma de 110v, pues si bien necesita comunicarse con sus clientes, ya sabe que aunque la batería se cargó y el teléfono se desconectó, sigue habiendo “energía en espera” que se va a reflejar en su recibo. Y antes de irse al trabajo, le arregló oportunamente a su vehiculo, un problema con el cilindraje y los pistones asociado al motor, que dispersaba gases tóxicos por el tubo de escape al Ambiente y evitó contaminar las calles de la ciudad que lo vio nacer.
Tras invocar el genuino elemento del “Fuego”, le otorgó el poder de decirle “Adiós a la guerra”, pues aprendió que la violencia sólo genera más violencia. El destruirnos los unos a los otros, es una actitud simplista, absurda e irracional para quienes dicen llamarse la raza humana superior.
Adopta, apadrina, abstente
Ana, es la hija mayor de los Salvatierra, ella cursa la cátedra de “Ética Ecológica” en la Universidad; y allí el profesor Valdés le explicó que debía desconectar el cargador de la Laptop cuando no la use, por eso de la “energía en reposo”, que ya le había descrito a su Papá hace unos días. A su vez, antes de irse a clases, apaga el aire acondicionado, pues sabe que estos equipos no se llevan nada bien con el Medio Ambiente, por lo que sólo lo prende un rato para climatizar la sensación térmica y luego lo apaga en el botón “OFF”. Cabe destacar, que cuando se va de viaje por los trabajos de Campo que le asignan, ella se asegura de no dejar los aparatos prendidos, ya que le desagrada que sus padres entren a su cuarto mientras está fuera de la casa.
Tras invocar lo genuino de la “Luna”, le otorgó el poder de alentar el “Adopta, apadrina, abstente”, pues aprendió que ya hay un sin fin de niños en la calle sin un refugio ni nadie que los acoja. La gente debe dejar el capricho ego centrista de procrear biológicamente para dar paso a un nuevo ser en la vida.
Gracias al plan de estudio que diseñó el profesor Valdés, ella se ha interesado en investigar sobre las energías renovables, como: la solar, la eólica o la hidráulica. Ayer, habló con su mamá Aleja, para que al momento de desechar la basura, lo haga separando los restos dependiendo al material, ya sea: vidrio, cartón o plástico. También investigó en la Internet, sobre las 3 “R” que se refieren a: Reciclar, Reutilizar y Reducir, lo que la hizo analizar los “Principios Básicos de la Ecología”, a diferencia de sus amigas de la Facultad, que sólo se la pasan chateando con gente desconocida.
Rescate Ecológico
Octavio, es el hijo varón de la casa, quien prefiere jugar al béisbol por las tardes con sus amigos del bachillerato, que pasar el día en las garras que transculturizan, ya sea viendo: los programas de TV de los medios privados, jugando online videojuegos bélicos o lanzando la moneda al aire de la promiscuidad. Luego de ver sus películas en DVD, se asegura de apagar el equipo sin dejar el “Led” rojo prendido, pues no se salvó de su hermana Ana, quien le explicó el efecto de la “energía en reposo”. Pese a ello, su cuarto es el único que sigue usando una bombilla incandescente, y eso que su papá la había cambiado. Él dice que ya se acostumbró a usar ese tipo de luz, pero todos debemos adaptarnos a un modo de vida más ecológico que cuide al planeta Tierra.
Tras invocar al astro rey el “Sol”, le otorgó el poder de vociferar el “Rescate Ecológico”, pues aprendió que la Tierra, es nuestro único hábitat de vida. Hay que amarlo y no dejar que el Hombre y su intento de poblar todo lo que se cruce a su paso, lo destruya, junto a la flora, la fauna y los ecosistemas.
Ciencia en la Calle
Andrés, es el Tío quien más frecuenta a los Salvatierra. Él vive a tan sólo dos calles de su hermana Aleja, por lo que siempre aconseja a sus sobrinos. Les ha dicho, que mientras se cepillan, no deben dejar que el agua del grifo siga saliendo, pues aunque no lo crean, eso genera problemas de suministro en el servicio prestado por la Hidroeléctrica. Además, que Jaime hace un mes instaló una bomba de agua para evitar quedarse sin el vital líquido, lo que aumenta la necesidad de establecer una cultura ahorrativa. Pese a que no le gustó la decisión de su cuñado, logró que no adquiriera una planta de generación eléctrica para mitigar los apagones, que a su juicio, son máquinas antiecológicas que van en contra de pasar tiempo de calidad con toda la familia.
Tras invocar el genuino elemento del “Aire”, le otorgó el poder de pedir la “Ciencia en la Calle”, pues aprendió que la valía del conocimiento radica en compartirlo al Universo. Arriba, hay algo más que el sol, las nubes y el cielo. Abajo, hay algo más que huesos, gusanos y el infierno.
Ética para todos
Janeth, es una prima lejana, que desde hace un par de semanas visita la casa de los Salvatierra, mientras pasa unos días de asueto laboral. Le sorprendió que Octavio y Ana, no recibieran clases de ecología cuando cursaban la primaria en el colegio. Ya que en el liceo donde estudia su hija, es obligatorio que los niños conozcan los valores ambientalistas desde la infancia. Por lo que le pidió permiso a Aleja, para llevarse a sus primos al parque “El As”, en el que sembraron un árbol y hablaron sobre la historia del “Araguaney”, el problema de la Deforestación global y la necesidad de denunciar a quienes atenten contra la naturaleza. Cuando estaban por llegar, fueron tentados a asistir a un “Circo”, pero recordaron que en esos eventos se maltratan a los animales.
Tras invocar el genuino elemento del “Agua”, le otorgó el poder de pedir la “Ética para todos”, pues aprendió que: la anarquía, la hipocresía e infamar al prójimo, acrecientan: los antivalores, la impunidad y el vacío existencial. Ahora, afronta sus problemas con la tolerancia y el respeto a la ciudadanía.
Aprender a escuchar
Juan, es el abuelo paterno de familia y desde hace 3 años, fue cobijado por los Salvatierra, para que no se sintiera tan solo en su casa de la Costa. Les inculcó a sus nietos, el hábito de la lectura y la necesidad de llevar una armoniosa relación entre todos, sin: insultar, vejar o humillar a los demás. Las olas del mar, le hicieron valorar la grandeza de lo natural y lo espiritual por encima de lo frívolo; por lo que aprendió a vivir sin la necesidad de pagar con: tarjeta, débito o en efectivo y así no vender su alma al Sistema. Él, es un experto en el arte de doblar, conocido como el “Origami”, ya que reúne a la familia los fines de semana, para realizar figuras con papel reciclado que tengan una asociación ecológica, sean: flores, aves y especies de fauna.
Tras invocar lo genuino del “Ser”, le otorgó el poder de “Aprender a escuchar”, pues aprendió que intentar ver y sentir la realidad del otro, es la receta unívoca que evitaría: la guerra, la soledad y el sentirnos perdidos en el Mundo.
Su experiencia en la Vida, le hizo creer que la gente nunca cambiaría el vicio ecocida por el intento de auto descubrirse en las confusas millas amén de lo irreal. Por lo que el domingo en la mañana, llevó a los suyos al patio de la casa. Ellos se tomaron de las manos en un sagrado círculo familiar. En el centro de la liturgia, se hallaba el abuelo quien sostenía su bastón con el brazo derecho extendido hacia las alturas.
Luego, un gran rayo oculto en la claridad del día, cayó en medio de su fuerza celestial. Una señal de humo que se elevaba al reino de lo desconocido, cegó sus ojos y llevó la plegaria que nunca más volvería. Antes de morir y gravitar en lo infinito del Universo, les hizo la promesa de que el invoque de sus poderes, sólo tendría la tenuidad del planeta Tierra, si han de lograr un efecto multiplicador en las personas con quienes conviven a diario.
No cabe duda, que la familia “Salvatierra” fue de gran ayuda en hacernos reflexionar sobre nuestra interacción Hombre-Medio y la necesidad de aplicar cada uno de sus poderes en la lucha por una Tierra más humana y que sumen un valor eco socialista para todos. En el hogar, desde el trabajo o en la calle, se debe poner en juego esa praxis “verde”, en el seno de la colectividad y así incentivar a que cada familia haga de los Salvatierra, un longevo estilo de vida por descubrir.